Águila Roja, el primer capítulo
Aventuras, misterio, intrigas palaciegas, amistad, pasiones y celos, anacronismos históricos, topicazos, interpretaciones mediocres… Todo eso y más ofrece «Águila Roja», una de las series españolas más vistas de los últimos años.
¿Significa eso que voy a ponerla a parir? No, hombre no. Al menos es entretenida. ¿Realizar un juicio crítico y de paso indagar en la España del siglo XVII? Sí, claro. Si no sonase tan parecido a estudiar. ¿Reírme un rato? Tal vez. Y aprovechando que la semana pasada se estrenó la tercera temporada de la serie, hoy repasaremos el primer capítulo de todos.
Águila Roja
Siglo XVII. Víspera de Navidad. En la Villa de Madrid, nuestro protagonista y vengador en ciernes, Gonzalo de Montalvo, da clase en una escuela para niños pobres, entre los que se encuentra su hijo Alonso.
Como somos unos linces, enseguida nos damos cuenta de que todos los personajes utilizan un lenguaje que bebe muy poco del Siglo de Oro español y mucho de series actuales. Sin embargo, la incoherencia lingüística siempre es de agradecer en obras de época. Yo hace algún tiempo vi «Fuenteovejuna» en el teatro y solo me enteraba de lo que pasaba por el contexto. Como cuando sacaban la cabeza del comendador en una pica. Con-tex-to.
El verdadero inconveniente es la ambientación, porque no es convincente. El vestuario no es nada del otro mundo y todo está demasiado limpio e iluminado para el Madrid del siglo XVII. No sé si me entendéis, pero quiero oler la mierda y no la huelo.
Diría que aprendieran de «Roma», pero no les daría el presupuesto y, además, ya es tarde.
Un segundo problema, aunque este ya es personal, es que no acabo de tragar los nombres españoles en obras de ficción. Cuando oigo Gonzalo, pienso en mi amigo Gonzalo, que lo más heroico que ha hecho en su vida es comer patatas bravas sin tener al lado un vaso de agua. No me pega.
Y luego está el tema de Montalvo, que me inquieta sobremanera. Fijaos que el personaje no se llama Gonzalo Montalvo, sino de Montalvo. ¿Y dónde está Montalvo? ¿Alguien lo sabe? Yo, tras dos intensos minutos de investigación, he descubierto que Montalvo es una pequeña aldea de Jaén, enclavada en la sierra de Cazorla. Y digo aldea, que no pueblo. Las casas se cuentan con los dedos de la mano y la tienda más cercana está a 24 kilómetros de distancia. Y es una floristería, por cierto. En el campo. Eso es tener ojo clínico para los negocios.
En definitiva, decir que nuestro protagonista es de Montalvo es tanto como decir que viene de ninguna parte. Y lo digo sin ánimo de ofender, pese a ser consciente de que el medio de comunicación más avanzado con el que deben de contar en Montalvo consiste en dos envases de yogur unidos por un hilo. Vamos, que no creo que nadie de por allí vaya a leerse esto.
Así las cosas, cortamos a nuestra primera escena con la Marquesa de Santillana y el Comisario Hernán Mejías. Una doncella les lleva el desayuno a la cama y ambos están desnudos. Y no porque sean nudistas ni porque en el siglo XVII no se estilasen los pijamas. Es que llevamos tres minutos de capítulo y esto es una serie española, así que ya se echaba en falta un culo en pantalla.
Y, por supuesto, la escena no viene a cuento. Imagino, no obstante, que alguien habrá calculado que si el español medio no ha visto algo de chicha pasados cinco minutos, cambiará de canal a no ser que el mando se haya quedado sin pilas. Hay que mantener arriba ese share.
Más tarde, el Comisario sale a la calle, de camino a su reunión secreta semanal y recibe un bolazo de nieve. Oh, oh, ahora el guionista nos mostrará con sutileza lo malo que es.
¿Y acaso hay algo más sutil que vestir a tu villano de cuero negro y hacer que agarre a un niño por el pescuezo y lo levante del suelo? Sí, tal vez llamarle DARTH VADER.
En fin, seré bueno me lo tomaré como un homenaje a «Star Wars». Yo también te aprecio, George Lucas.
Al anochecer, mientras Gonzalo disfruta de un entrañable momento familiar con su esposa e hijo (con el que logran convencerme de que uno de estos dos, si no ambos, van a morir de un momento para otro), el Comisario llega a la logia. ¡Oh, no! ¡Todos los asistentes llevan túnica roja menos él! La vergüenza que va a pasar cuando se dé cuenta…
Uno de los presentes dice que «nuestros planes están llegando a su fin» y que «el rey tiene los días contados». Otro contesta que están yendo demasiado lejos y que no será cómplice de alta traición.
A ver, alma de cántaro, si te apuntas a un club de golf, juegas al golf. Si te apuntas a una logia, conspiras y vistes raro. Sé que la oferta de «Llama hoy y recibirás una segunda túnica completamente gratis y un kit de limpieza para tu anillo masónico» es tentadora, pero la próxima vez léete los estatutos.
El alma de cántaro se presenta como el Capitán Rodrigo, un firme candidato a nuestro puesto de Personaje Más Jodidamente Idiota de la Semana.
Capitán Rodrigo: Tengo pruebas que os incriminan a todos. ¡Y pienso usarlas! Están en este libro que he traído conmigo y del que no existe ninguna copia. Sí, podría haberme saltado la reunión y haberos acusado de traición, pero he preferido pasarme por aquí y revelaros mis intenciones. Y ahora, mientras todos me contempláis patidifusos, huiré con el libro y se lo entregaré a la primera persona con la que me cruce por la calle, presuponiendo que estará en posición de entregárselo al rey.
Sus líneas no son exactamente esas, pero es el mensaje que transmiten.
El Comisario levanta su espada contra el Capitán y… ¡dispara contra él! ¡Es el Sable-Pistola del «Final Fantasy VIII»!
Chúpate esa, Squall.
No muy lejos de allí, la mujer de Gonzalo ha salido de casa para buscar a su marido, que marchó hace rato a comprar la cena, y aún no ha regresado. ¿Y dónde está Gonzalo? ¡Pues dónde va a estar!, en la taberna con los amigos, bebiendo vino y deleitándose con el escote de la esposa del tabernero. Puede que aún no hayan pasado cinco minutos desde el último destape, pero lo positivo de todo esto es que ahora el público ya sabe que la carne está garantizada y sabrá esperar hasta el minuto veinte para que la mesonera enseñe un pecho desnudo de lado (o sideboob, para los entendidos).
Eventualmente, la mujer de Gonzalo se cruza con el malherido Rodrigo, que le entrega el libro y le dice que se lo lleve al rey para luego largarse cagando leches, y el bueno del capitán hace todo esto, atención, ¡delante de sus jodidos perseguidores! Rodrigo, el hombre, la leyenda.
Lógicamente, los hombres del Comisario, que tienen ojos en la cara, arrestan a la mujer y se la llevan al calabozo. El libro, cosas del guión, se pierde por el camino, para luego ser recuperado por un tal Murillo, que es amigo de Alonso y, curiosamente, pinta muy bien.
El Comisario tortura a la sospechosa en busca de respuestas (¿metemos ya la «Marcha Imperial» o esperamos a que saque una espada de luz?) y, como no dice nada, la abandona, ya moribunda, en la calle.
Para mayor efecto dramático, su marido e hijo la encuentran a tiempo de verla morir. Gonzalo grita «¡NOOOOOOO!», Alonsito nos regala una interpretación digna de un chipirón enharinado, y la cámara se marca un picado ascendente mientras la sangre de la difunta dibuja un águila en la nieve. Será una licencia artística, sí, pero, ¿y lo que mola?
Tres meses después, un justiciero encapuchado aparece en la Villa para ayudar a los pobres. Se le conoce como Águila Roja, porque suele dejar una pluma roja antes de esfumarse; pero yo prefiero llamarle el Pollo Colorao. Es mitad ninja, mitad prota del «Assassin’s Creed», todo un Robin Hood a la española con killer karate katana.
Por aquello de reconocer la labor del especialista de turno, que seguramente pueda partirme la cara si me encuentra, diré que las acrobacias y peleas, sin ser espectaculares, están bastante bien. Y no pienso discutir sobre si es o no coherente que el héroe español del siglo XVII use un arma japonesa y no una vara. Mientras sea entretenido, por mí como si utiliza un cepillo de dientes musical.
Ahora bien, que Gonzalo sea un héroe no significa que en su casa las cosas vayan bien. El tipo está a la que salta (estrés de héroe, le dicen) y su hijo Alonso echa mucho de menos a su madre. Así pues, el niño escribe a su tía Margarita con la esperanza de que venga desde Sevilla a echarles una mano. La tal Margarita no llegará hasta el final del capítulo, pero aún así se las apañará para mostrar una generosa ración de pechuga y otra de muslo en los cinco minutos que aparece en pantalla.
Las feministas deberían alegrarse pensando que al menos cualquier aspirante a actriz en España sabe a qué atenerse: si tiene entre 15 y 35 años, antes o después le tocará enseñar cacha. Es un hecho.
Para que luego hablemos mal de la época de las Mamachicho.
Entre tanto, el Capitán Rodrigo sigue buscando el dichoso libro. En esta ocasión, el hombre va de incógnito y algo se ha espabilado, porque tiene un topo entre los guardias del Comisario.
Lamentablemente, la discreción y el sentido común siguen fuera de su alcance, y no solo se reúne con su confidente a plena luz del día y a la vista de todo el mundo, sino que incluso le estrecha la mano con gran ostentación.
Por lo tanto, no es de extrañar que el Comisario descubra al topo. Lo raro, de hecho, es que tarde tres meses en hacerlo.
Probablemente, a estas alturas del artículo ya os estéis haciendo a la idea de que los capítulos de «Águila Roja» son demasiado largos. No es una revelación irreflexiva, sino simplemente el resultado de escribir esta recapitulación. Si cincuenta minutos eran suficientes para «Expediente X», también deberían serlo para «Águila Roja».
Por ejemplo, la subtrama del hijo de la Marquesa me la hubiera comido con patatas. La mencionaré aquí porque si algún día comento otro capítulo, no quiero tener que introducirla de nuevas; pero en este capítulo sobra. ¿Qué consigue el guionista con ella? Planazos del escote de la Marquesa y que nos distraigamos de la trama principal.
Pues resulta que, aparte de tirarse al Comisario, la Marquesa quiere que Gonzalo eduque a su hijo Nuño, un niñomierda repelente y consentido que está pidiendo a gritos un par de hostias bien dadas, aunque ahora sean políticamente incorrectas. La Marquesa, además, va detrás de otra cosa. Se llama Cuarto de Libra con Queso y se esconde en los pantalones de Gonzalo.
Quien lo quiera entender, que lo entienda.
Volviendo a nuestra historia, como Alonso ve que su tía no viene a Madrid, decide ir él a buscarla. Pero para viajar a Sevilla necesita dinero, y como su padre es profesor (es decir, no tiene un maravedí), decide mangarle unas monedas a un figurante. La suerte, sin embargo, no está de su parte, ya que un guardia le pilla con las manos en la masa.
En el calabozo, Alonso conoce a otro de los protagonistas: Sátur, un ladronzuelo que llegó a la Villa al comienzo del capítulo y que trata desesperadamente de ganarse al público con sus pillerías.
Es difícil que lo consiga porque es el principal alivio cómico de la serie, y esta clase de personaje rara vez cuaja; pero el actor pone de su parte. La caga, sí, pero por culpa del guión. ¿Tenía que llamarse a sí mismo «ordenador personal»? Ay, qué lástima…
Gonzalo vende su caballo para sacar a Alonso de la cárcel y el niño le cuenta que en el calabozo contiguo estaban torturando a un hombre que podría saber algo acerca de la muerte su madre.
Ese hombre es el topo del Capitán Rodrigo, y su rescate es, ¿qué duda cabe?, un trabajo para… ¡el Pollo Colorao! Ah, se me olvidaba. Como cualquiera con media neurona puede imaginarse, el Pollo Colorao es, en realidad, Gonzalo. Aunque esto es evidente desde el primer momento, la música procura darle un toque de gran revelación cuando se quita la capucha por primera vez. Gracias, banda sonora.
Sin embargo, Alonso ha tenido la misma idea que su padre, y cuando el Pollo llega a la prisión se lo encuentra asomándose a una de las celdas. El Pollo se lleva al niño a los tejados para hablar con él. Obviando el hecho de que un hijo no reconozca a su padre por llevar un burqa y modular ligeramente la voz, la conversación debería haber puesto a Alonso sobre la pista, porque el Pollo no hace más que insistirle en que haga caso a su padre.
No obstante, la escena merece la pena por este diálogo:
Pollo: Tú eres el hijo del maestro, ¿no?
Alonso: ¿Cómo sabes eso?
Pollo: Yo lo sé todo.
Alonso: Entonces, ¿quién mató a mi madre?
[silencio incómodo]
Pollo: Bueno, lo sé casi todo.
Cue-cue-cueeeee.
El Pollo Colorao se introduce en la prisión disfrazado de fraile y sonsaca alguna información al topo antes de que éste muera. Pero aún tiene que encontrar al Capitán Rodrigo, del que solo sabe que lleva un extraño tatuaje en la nuca y que es gafe de cojones.
Por aquello de aprovechar la visita, el Pollo también libera a Sátur, tomándolo a partir de ese momento como siervo. Además, Sátur tiene información privilegiada acerca de unos almacenes clandestinos en los que el Comisario y sus hombres están escondiendo comida para soliviantar al pueblo.
Así pues, ha llegado la hora de que el Pollo Colorao entre de nuevo en acción y se enfrente al Comisario.
El duelo se desarrolla a plena luz del día y el primero en anotarse un tanto es el villano, que arrastra al Pollo por el suelo con su caballo. Pero el Pollo Colorao es un hombre de recursos y logra zafarse de su captor. Entonces el Comisario le dispara con su Sable-Pistola, y el Pollo… ¡el Pollo lo esquiva a lo Matrix! ¡A una distancia de cuatro metros! El puto amo.
Finalmente, el Pollo Colorao derrota al Comisario y huye al llegar los refuerzos.
Guardia: Hemos perdido todo el cargamento. Le pido disculpas, Comisario.
[el Comisario le atraviesa con su espada]
Comisario: Disculpas aceptadas.
A ver, ¿de qué me suena esto? Oh, sí, de «El Imperio contraataca».
¿Sabéis?, empiezo a pensar que esto no es un homenaje. Es más bien un «Soy incapaz de crear un villano carismático, así que copiaré el mejor que conozco».
El capítulo termina con Gonzalo recibiendo a la tía Margarita y mandándola a la puta calle.
Gonzalo: No puedes estar aquí después de lo que nos pasó.
Qué críptico. ¿Querrá que veamos el próximo capítulo?
Conclusión
La única serie española que he seguido desde los tiempos de «Farmacia de guardia» ha sido «Qué vida más triste», así que el hecho de que haya sido capaz de tragarme algunos capítulos de «Águila Roja», ya debería decir algo a su favor. O en mi contra.
Lo que tengo muy claro es que si quieres sacar una serie adelante en este país, no puedes usar el prime time para dar lecciones de historia. Por eso, «Aguila Roja» se contenta con ser un producto de entretenimiento. Y pese a la ambientación mediocre y los topicazos de serie española, no da vergüenza ajena.
En cualquier caso, creo que lo mejor que puedo decir de esta serie es que si la hubieran emitido cuando yo era un crío, estoy convencido de que me hubiera disfrazado de Águila Roja con un par de toallas y un imperdible.
29/09/2010 | 10:08
Montalvo, playa pontevedresa situada frente a la isla de Ons, sera que el pollo es gallego?
29/09/2010 | 11:59
Gran artículo.
Los guionistas dejaron muy claro que la serie es de aventuras, no una serie histórica.
Lo de enseñar chicha está bien porque la mayoría de las series americanas no hacen más que reprimir el sexo, es una de las ventajas de las produciones españolas.
Lo que menos es la manía de alargar los capítulos de la serie convirtiendo a los mocosos en personajes importantes para la trama.
Lo peor del idiota de Rodrigo no son sus estupideces sino que la situación del conspirador arrepintiéndose y diciendo que va traicionar a sus compañeros conspiradores está sobreusada,
Personalmente me gusta el detalle de que el protagonista y el villano tengan armas inusuales:
El estoque-pistola del Comisario supera a la espada de Squall (más fácil de empuñar y con capacidad de atacar a distancia)
El hecho de que el protagonista tenga una katana no es algo imposible o fuera de lugar; España y Portugal habían iniciado relaciones con Japón el siglo pasado (antes de que Japón se aislase del resto del mundo), el transfondo de Gonzalo como profesor puede explicar que hubiera adquirido ese arma como objeto de estudio.
29/09/2010 | 15:15
Cuando veo a Francis Lorenzo, no puedo evitar recordar con asco, ese late night que protagonizó, intentando quitarle el negocio a Sardá. Fue patético.
De la serie, poco puedo decir, no veo la tele más allá de canales de cine o Se lo que hicísteis.
29/09/2010 | 16:07
La verdad es que nunca he visto la serie, pero ya intuía por los comentarios de conocidos que había adquirido popularidad. A mi el tema de un ninja a la española no me cuadra mucho, pero tmabién me han explicado la teoría esa de los contactos entre España y Japón. La cosa es que me ha hecho bastante graciia el articulo y quizá le de una oportunidad a la serie quien sabe…
29/09/2010 | 19:16
No me gusta, no se si es mala pero solo pensar en un ninja que coma paella y beba sangría……
A mi me molan las historias y cuentos sobre ninjas y tal…..y esto no creo q mole ni la mitad, amen de que si eres ninja quiero ver sangre y mas sangre y no en las rodillas de tu hijo al caerse haciendo el capullo.
30/09/2010 | 0:29
Lo de la pistola espada tampoco es algo demasiado raro, de echo son mas comunes de lo que uno se imagina:
http://en.wikipedia.org/wiki/Pistol_sword
http://historiasconhistoria.es/2009/01/22/armas-combinadas.php
Y en cuanto a las relaciones España-Japon, hay un pueblo, Coria del Rio, varios habitantes tienen ascendencia japonesa, procedentes de la primera expedición nipona a Europa.
http://es.wikipedia.org/wiki/Coria_del_R%C3%ADo#Curiosidades
30/09/2010 | 20:02
A mi con francis Lorezo me viene a la cabeza Compañeros, es difícil verlo sin esa bata blanca de profesor que se gastaba, la serie me gusta bastante tambien. Saludos!
1/10/2010 | 16:26
@ipaway: No creo que sea de por allí, pero hay que reconocer que un ninja con acento gallego sería la leche.
@reyham: En este caso, cuanta menos sangre mejor. En los episodios que he visto la añaden digitalmente y queda fatal.
5/10/2010 | 16:49
El prota me parece una copia descarada del de assassins creed. El guionista se debió flipar con el juego o algo.
Al Francis Lorenzo me dan ganas de matarlo, dónde estaría si no fuera por su enchufe.
18/10/2010 | 20:21
Jajajajaja el articulo grandioso, que os voy a decir, no soy de series españolas porque la gran mayoria (que no todas) son un gran zurullo, pero estoy enganchadisima a aguila roja,,,pienso como tu,,,,buena no es, pero tampoco da demasiada vergüenza,,,y me rio mucho con las cagadas de los guionistas, productores, actores, etc,,,,
Por otro lado hoy estoy de lo mas contenta he descubierto dos grandes blogs (ojo! que eso no pasa todos los dias) este y Retroyonkis, felicitaros por la gran web que tenéis montada! tengo para horas leyendo!
saludos!!!!
6/11/2011 | 2:43
hola a [email protected],yo veo aguila roja,es una serie que esta muy bien echa y muy buenos guiones por lo menos para mi,los actores y actrices son fenomenos,un saludo a [email protected] adios.
30/11/2011 | 20:47
Jajaja a mi me encanta la serie, aunque sea mala es la mejor española, la tercera y cuarta temporada se las han currao mas. Me encanta la critica es muy divertida jaaa
5/01/2012 | 10:14
Genial artículo, no puedo estar más de acuerdo con tu análisis. Sólo una puntualización: Con las bravas lo que falta es una cañita y no un vaso de agua!
Saludos
18/04/2013 | 23:36
HOLA SOY JESSICA FERNANDEZ ARIAS DE MISLATA TENGO UN primo ES DE AQUI EN VALENCIA ES MORENO ALTO DELGADO CON OJOS negros SE LLAMA KIKO SE PARECE AGUILA ROJA Y ISABEL SE PARECE A CRISTINA ENANDEZ ES LA HERMANA DE MAGARITA ENANDO Y YO ME PAREZCO A ALONSO ES EL HIJO DE HEROE Y prótagonista Y ME GUSTA ALONSO D E MOMENTO SOY AQUEL NIÑO DE AGUILA ROJA SOY SU HIJO