Oct
29
2009

Las caras del horror

Compartir en... Twitter Facebook Menéame Whatsapp

Asco - Silent Hill

Era la más oscura tarde que mis ojos habían tenido la desdicha de contemplar. El cielo se encontraba completamente cubierto, y ni un solo rayo de sol lograba abrirse paso a través del sólido muro de nubarrones que tapiaba la, hasta hacía pocas horas, celeste bóveda. Parecía increíble que un viernes de octubre a media tarde las calles se encontraran prácticamente vacías, pero era así.

Los pocos incautos que permanecíamos a la intemperie nos lanzábamos miradas nerviosas unos a otros, conscientes de que había algo extraño en esa agorera pared de negrura. Pese a ello, todos parecíamos tener un importante motivo para permanecer expuestos. Así, a mi derecha pude ver a una madre con un bebé en brazos dirigiéndose hacia un ambulatorio. Un poco más adelante un hombre acompañado por dos escuálidos chiquillos salía de una tienda de alimentación portando varias bolsas. Pequeñeces, pensé, yo sí que tenía una razón de peso para no estar ya al abrigo de mi hogar.

Asco - ÁrbolAtravesé lo más rápido que pude el descuidado parque Dakota, cuyas amenazantes sombras lograron por un instante que me replanteara si verdaderamente merecía la pena seguir adelante, pero justo cuando mi voluntad comenzaba a flaquear, doblé una esquina y por fin mi destino apareció ante mí, con su resplandeciente luminoso desafiando valientemente al aterrador manto de tiniebla. Había llegado a la tienda de videojuegos.

Con una mezcla de ansiedad y alivio empujé la transparente puerta del comercio, pero ésta no se movió. Sin dejar que la frustración me embargara todavía, probé a ejercer más presión, obteniendo el mismo resultado. Miré el reloj y comprobé que aún no habían dado las ocho, y las luces del comercio permanecían encendidas. Con los ojos entrecerrados pegué la cara al cristal para tratar de detectar algún movimiento en el interior. No percibí actividad alguna, pero pude atisbar una chaqueta sobre el mostrador, señal de que el dependiente aún debía de andar por allí.

Asco - Belén EstebanTras unos segundos de duda me imaginé de vuelta en casa sin ningún nuevo juego para amenizar la noche. Repasé mis opciones televisivas, pensando ingenuamente que no había ningún peligro en ello. En ese momento el cielo pareció oscurecerse aún más, si es que ello era posible, y una especie de aullido gutural se oyó en la lejanía. De improviso una imagen mental de Jorge Javier Vázquez sacudió mi cuerpo como una descarga. Mis ojos se abrieron como platos y grité al recibir nuevos flashes de Belén Esteban, Karmele y Jesús Mariñas.

Con un principio de histeria comencé a golpear la puerta del local con brazos y piernas. Tras unos segundos de infructuoso pero sonoro combate vi como un joven devastado por el acné salía de la trastienda alertado por el alboroto y me miraba con ojos asustados. ¡Abre la puerta! ¡Necesito un videojuego!, le grité con voz temblorosa mientras mi mente me castigaba con imágenes de Massiel ofreciéndome una copa. El chico se mantuvo unos instantes en un estado de tensa quietud tras el mostrador para, acto seguido, extraer un teléfono de su durmiente chaqueta y realizar una llamada.

Asco - DemacradoAún tembloroso me puse de rodillas y comencé a suplicar al joven que me dejara entrar, que sólo quería hacer una compra, me valía cualquier basura, incluso el «Imagina ser diseñadora de moda». El dependiente, que ya había dejado el móvil, me seguía mirando aterrado, sin mover un músculo. ¿Qué era lo que le asustaba tanto? De repente un rayo logró rasgar la oscuridad y me permitió ver con claridad mi propio rostro reflejado en el vidrio. No me reconocí. Aunque había dormido mis diez horas de siempre, tenía los ojos desencajados y ojerosos, el sudor perlaba profusamente mi frente y un hilo de sangre conectaba nariz y boca. Incluso un zombi habría tenido mejor aspecto.

Pero no fue mi rostro lo único que el relámpago iluminó. A escasos metros pude distinguir el contorno de una gruesa barra de hierro en la que no había reparado hasta entonces. Tan pronto la vi giré el cuello en dirección contraria, pero la imagen mental de Ana Obregón guiñándome el ojo me hizo volver a fijar la vista en el metal. Lentamente, casi con resignación, me acerqué a recogerla y volví a situarme frente a la puerta del comercio. En un enorme ejercicio de autocontrol logré reunir todo el raciocinio que pude y de nuevo me dirigí al joven del interior, que tenía las manos sobre la cabeza y me miraba con pavor. ¡Ábreme! ¡Ábreme y no te haré daño!, volví a intentar. Sólo recibí miedo por respuesta.

Mis últimas dudas se disiparon cuando mi cerebro invocó a Falete en biquini. Con los ojos anegados de lágrimas, empuñé con firmeza la barra y comencé a golpear la puerta con todas mis fuerzas al tiempo que gritaba incoherencias dignas de los programas que me atormentaban. Una sonrisa enferma terminó de deformar mis facciones al comprobar que el cristal estaba cediendo, pero en ese momento vislumbré un resplandor rojo y azul reflejado contra él. Lentamente me di la vuelta.

Asco - Chris Redfield

Dos policías me apuntaban con sus pistolas y se acercaban hacía mí con precaución. ¡Tire el arma y túmbese boca bajo!, gritó uno de ellos. ¡Tranquilo chico! ¡Todo ha terminado!, secundó el otro. Con los ojos desorbitados miré a los agentes con indiferencia. ¡Tire el arma y túmbese! ¡Este es el último aviso!, insistió el primero con voz firme.

De pronto una extraña calma se adueñó de mí. El tiempo pareció detenerse, y por primera vez en los últimos minutos, pude pensar con total claridad. Vi la puerta de la tienda, a medio destrozar, y comprendí que no me daría tiempo a franquearla antes de que los policías me alcanzaran. Observé a continuación a los dos hombres armados, contra los que sabía que no tenía ninguna posibilidad. Me asomé por último al interior de mi perturbada mente y contemplé el horror que me esperaba al salir de ese extraño trance en el que me encontraba: Paco Porras bailando la Macarena completamente desnudo. Sabía que no había cerebro capaz de soportar eso. Tras unos instantes de duda comprendí que sólo había un modo de escapar de ese infierno.

Asco - Paco PorrasMiré con una mezcla de tristeza y respeto la barra de hierro, no ya como un frío pedazo de metal, sino como la amiga que me salvaría del desastre. Lentamente la levanté y la sujeté con ambas manos. Los policías quitaron los seguros de sus armas y se prepararon. Por fin, con toda la fuerza que fui capaz de reunir… ¡golpeé mi propia cabeza! El impacto me tiró al suelo y mi visión se tiñó de rojo. Los agentes, estupefactos, comenzaron a correr hacia mí implorándome que me detuviera. Allí tirado, volví a hacer acopio de energías y me propiné otro porrazo. En ese momento el lado izquierdo de mi cuerpo pareció morir, pero aún lograba sujetar la barra con el brazo derecho.

No tenía mucho tiempo. Con un tremendo esfuerzo final coloqué el hierro en paralelo al suelo y lo introduje con todo el impulso que pude dentro de mi ojo. El dolor era enorme, pero mi corazón aún latía. Los primeros compases de la Macarena me dieron la energía que me faltaba y con un último y desesperado empujón logré que la barra y mi cerebro se besaran apasionadamente.

Epílogo

Al día siguiente todos los informativos abrían sus ediciones matutinas con el inexplicable y brutal suicidio de un joven en la puerta de una tienda de videojuegos. La policía encontró en mi piso una copia del «Resident Evil», y la saga fue prohibida de inmediato en todo el país. La portera de mi comunidad, vestida con sus mejores galas, explicaba ante la cámara que nunca se había fiado de mí, y que incluso en alguna ocasión me había oído hablar de juegos de rol, información ante la que el reportero que la entrevistaba palideció. Esa noche Antena 3 y Telecinco dedicaron su prime time a emitir sendos debates acerca del peligro de los videojuegos en la educación de los jóvenes. De seguir con vida, imagino que no habría podido evitar reírme.

Etiquetas: ,

Categorías: Relatos, Videojuegos

12 comentarios

  • RUSSO
    29/10/2009 | 5:43

    Ver la escena fetichista (un tanto zoofilica) de la peli «El Resplandor», con el viejete y el hombre vestido de perro (u oso)….eso me llena de miedo siempre…

    …O también descubrir «la verdad» de la peli «El Juego de las Lágrimas»….

    Responder a RUSSO
  • RUSSO
    29/10/2009 | 7:46

    **Se que no tiene nada que ver con el tema…pero POR FAVOR!!! hagan un nuevo tema con la nueva peli que van a sacar del Equipo A!!!
    Aqui la imagen del nuevo cast:
    http://retrocrush.com/index.php/2009/10/the-a-team-movie-cast-photo-revealed/
    –Liam Neeson como «Hannibal» Smith….

    Responder a RUSSO
  • fofoman
    29/10/2009 | 7:51

    exelente escrito, mis mas sinceros aplausos….

    Responder a fofoman
  • Siegfried
    29/10/2009 | 8:03

    Que estilazo cloro, mis felicitaciones, de lo mejorcito que he leido en un blog ultimamente.

    Responder a Siegfried
  • Leon
    29/10/2009 | 9:29

    Abrir esto a las 9 de la mañana, y nada mas bajar un poco el scroll ver una foto de la Belen Esteban me ha jodido el dia, enhorabuena xD

    Responder a Leon
  • bitarin
    29/10/2009 | 11:14

    ¡malditos videojuegos! están causando más estragos de lo que cabria imaginar XDDDDDDD

    Cloro, me uno a las felicitaciones 🙂

    P.D: ahora solo os queda hacer unas cuantas historias más (al estilo de Edgar Alan Poe, a poder ser) y publicarlas en una novela XDDDDD

    Responder a bitarin
  • yeyo
    29/10/2009 | 11:53

    jajajja, muy bueno!

    Me recuerda a mis queridas películas de zombies 😛

    P.D.: a mí la foto que más me ha afectado, sin dudas, la del Paco Porras 🙁

    Responder a yeyo
  • Retroyonki
    29/10/2009 | 15:09

    Lo peor de todo es que tengo la sensación de haber vivido antes lo que ocurre en el epílogo.

    Responder a Retroyonki
  • rakle89
    29/10/2009 | 15:38

    xDDDDD(…)DDD

    Mira que normalmente no comento, pero es que esto se lo merecía xDD Enhorabuena! x3

    P.D: Leon, yo he sufrido lo mismo. De verdad. xD

    Responder a rakle89
  • Cloro
    29/10/2009 | 16:53

    Muchas gracias a todos, me alegro de que os haya resultado entretenido. Tenía dudas acerca de cómo iba a caer el relato, porque es cuando menos surrealista, pero me alegra comprobar que vuestras mentes están tan enfermas como la mía 😉

    Leon y yeyo, no tenía claro si incluir las fotos de la Esteban y Paco Porras, pero luego pensé que se trataba de un relato de terror, y hay que reconocer que otra cosa no, pero miedo dan un rato… Para mí la más dura es sin duda la de Paco Porras, tuve que apagar el ordenador nada más verla y no pude retomar el relato hasta tres días después. Aún hoy no consigo dormir del tirón.

    Retroyonki el epílogo está íntegramente basado en hechos reales, no me extraña que te resulte tristemente familiar.

    Responder a Cloro
  • Mauro Picotto
    29/10/2009 | 18:06

    lo mejor, es que las tertulias sobre la muerte del joven, son llevadas por los tertulianos que ocasionaron el suicidio, casi suena a una «secret society» de freaks.

    Responder a Mauro Picotto
  • pop
    22/11/2009 | 4:09

    jajaja tremendo!

    Responder a pop

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo no será publicada. Los campos marcados con * son obligatorios.

Todos los comentarios insultantes o no relacionados con la entrada serán borrados sin piedad.

Tómate unos minutos para escribir correctamente, sin abreviaturas ni faltas de ortografía. El resto de usuarios te lo agradecerán.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.