Jun
14
2017

Grandes bebedores de la historia (II) André el gigante

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Hace unas semanas comenzábamos la serie de artículos sobre grandes bebedores hablando de «Iron Mike», un emigrante irlandés prácticamente inmortal, que vivió en Nueva York a finales de la ley seca.

Hoy retomamos esta etílica temática para contaros la historia de un bebedor aun mayor, que debido a su extraordinario tamaño era capaz de beber varias botellas de vodka de una sola sentada. Pero no adelantemos acontecimientos, y sobretodo empecemos por el principio.

André René Roussimoff nació el 19 de mayo de 1946 en Grenoble (Francia). Hijo de inmigrantes de Europa del este, sufría gigantismo, enfermedad que le hizo crecer de forma excepcional desde la más temprana edad.

Con 12 años ya medía 1,92 y pesaba 110 kilos, motivo por el que no entraba en el autobús escolar. Esta circunstancia, unida a que sus padres no tenían coche, hizo que le tuviera que llevar al colegio diariamente su vecino (en un pequeño camión), que era el escritor Samuel Beckett.

En octavo curso abandonó los estudios y empezó a trabajar en una granja, en una fábrica de motores y haciendo mudanzas. Su vida cambiaría para siempre cuando decidió ganarse la vida en Estados Unidos como luchador profesional de la WWE, (Pressing Catch para los amigos) debutando el 26 de marzo de 1973, gracias en gran mediada al luchador Édouard Carpentier.

Poco a poco se convirtió en una estrella de este espectáculo, lo que le llevó a viajar por todo el mundo y a ganar mucho dinero (hasta 20.000 dólares por actuación). Su gran tamaño (2,24 metros y unos 240 kilos de media), su espectacular fuerza y su gran afición por el alcohol hicieron que tuviera una vida corta pero intensa.

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Una fuerza descomunal

La fuerza de André el gigante (conocido también como la octava maravilla del mundo), era algo innato, nunca realizó extenuantes entrenamientos, sin embargo era capaz de realizar grandes proezas.

Cuando trabajaba en la granja, uno de los coches que tenían pinchó una rueda. Al no contar con un gato con el que poder levantar el vehículo, André se puso de espaldas al coche, metió las manos por debajo y levantó el automóvil para que pudieran cambiar la rueda.

En otra ocasión cuatro borrachos empezaron a increparle en un bar. Al cabo de un rato, se hartó de ellos, los echó de allí y comenzó a perseguirlos. Los cuatro desgraciados consiguieron meterse dentro del coche para huir, pero antes de que pudieran arrancarlo, André llegó y volcó el automóvil con ellos dentro. A mi parecer, tuvieron suerte de que «solo» les hiciera eso.

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A parte de levantar coches, a André también le gusta medir sus fuerzas con otros luchadores profesionales fuera del ring. De este modo BlackJack Mulligan (2 metros y 150 kilos), retó a una pelea a André en la habitación de hotel donde estaban bebiendo animadamente.

BlackJack golpeó a André con todas sus fuerzas, sin este último apenas se inmutara. Seguidamente André lanzó a su oponente por el balcón dejándole colgado de la mano a cinco pisos de altura, después de unos segundos tiró nuevamente de él y lo metió en la habitación.

Pero si esto os parece poco, una vez «jugando en la playa» levantó a dos compañeros suyos de más de 150 kilos (uno en cada mano), y los tiró al mar sin despeinarse.

Un gran bebedor

Además de su hercúlea fuerza, André destacó por su sorprendente capacidad de beber enormes cantidades de alcohol. Dada su envergadura viajaba siempre que era posible por carretera, en un trailer adaptado para él. Durante los trayectos se entretenía bebiendo cervezas, pudiendo acabar con una caja en poco más de una hora.

Por cierto, una caja de cervezas era lo mínimo que se bebía antes de cada combate. Cifra irrisoria si la comparamos con sus «récords» personales en materia alcohólica.

Su apetito, lógicamente también era algo descomunal, llegando a comerse 16 filetes y 12 langostas. Todo ellos aderezado con una caja de cerveza, 10 botellas de vino y una botella de Jack Daniels.

En una de sus juergas se apretó 119 latas de cerveza en 6 horas, cantidad nada despreciable desde luego, pero que se queda lejos de las 156 latas que los luchadores Mike Graham y Dusty Rhodes afirman que se bebió una vez.

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Con Dusty también vivió una aventura etílica totalmente subrealista. En 1977 estando de cervezas por Manhattan (André ya llevaba 75), decidieron que ya era hora de volver al hotel. Inicialmente pensaron en coger un taxi pero eran demasiado pequeños para el gigante, al cabo de un rato vieron un carruaje tirado por caballos. Era la alternativa perfecta. Así que ni cortos ni perezosos decidieron «tomarlo prestado» para poder volver a casa borrachos como cubas.

Durante una gira, estando alojado en un hotel de Reading (Pennsylvania), André estaba aburrido, así que bajó al bar a tomar algo. Entre unas cosas y otras, al final cayeron 127 cervezas.

Al cabo de un rato, el gigante apareció inconsciente en la recepción del hotel. Los trabajadores intentaron levantarlo sin éxito (ya que por aquel entonces pesaba unos 290 kilos), así que decidieron rodearle con una barrera de cuerda de terciopelo, y taparle con una funda de piano de cola, esperando a que se despertara.

Debido a este tipo de situaciones, derivadas de la ingesta masiva de alcohol, la WWE decidió ponerle un «asistente»para que le acompañara y le vigilara durante sus juergas. El encargado de este glamuroso trabajo fue ni más ni menos que Hulk Hogan, que aparte de asegurase de que André no se metiera en ningún lío, también era el encargado de que no le faltara el bebercio.

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Por último, estando de gira por Japón, los promotores decidieron regalarte una caja de 16 botellas de vino. Nada más recibir el obsequio, André se bebió una detrás de otra hasta que no quedó ni una gota, todo ello durante el camino en autobús al estadio donde iba a pelear. Lo mejor de todo es que luchó los tres combates que tenía sin que nadie notara que había bebido. Al finalizar la pelea, siguió bebiendo.

Últimos años

En los últimos años de su vida André tuvo la ocasión de participar un par de películas, más concretamente en «Conan el destructor» (1984) y en «La princesa prometida» (1987), dejando en ambos films anécdotas para el recuerdo.

Tras el rodaje de Conan, nuestro amigo coincidió en una cena con Arnold Schwarzenegger y Wilt Chamberlain. En un momento dado André fue al baño y al salir vio a Arnold intentando pagar la cuenta. A ver esto, el gigante levantó a Schwarzenegger del suelo, lo sacó del restaurante, lo sentó en el techo de un coche y le dijo: «esta la pago yo». De hecho André siempre se empeñaba en invitar a sus compañeros.

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Durante la grabación de La princesa prometida eran frecuentes las borracheras de André junto a los actores Cary Elwes y Mandy Patinkin, dejando una factura en el bar de más de 40.000 dólares, y esa la pagó la productora. Además estas interminables fiestas y sus correspondientes resacas, provocaron grandes retrasos en el rodaje, algo que irritaba profundamente a su director Rob Reiner.

En 1988 se sometió a una operación de espalda. Los médicos no sabían qué cantidad de anestesia tendrían que usar para un paciente de ese tamaño, así que le preguntaron cuánto bebía hasta que empezaba a notar los efectos del alcohol. André les contestó que «solo» necesita un par de litros de vodka. A partir de ese dato, los doctores calcularon la anestesia que necesitaban para realizar la operación.

Cinco años después, el 27 de enero de 1993, André falleció a causa de una insuficiencia cardíaca mientras dormía en un hotel de París. Tenía 46 años, y allí se alojaba para asistir al funeral de su padre.

Poco después, y motivada por este fallecimiento, la WWF creó su salón de la fama, siendo André el miembro inaugural.

Fuentes

André the Giant (Wikipedia en español)
«The Greatest Drunk on Earth: Andre the Giant» en modern drunkard magazine
«Wrestling History Bites – Historias legendarias sobre el no menos legendario Andre el Gigante» en Cincodays.com

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Categorías: Comida-Bebida, Historia

4 comentarios

  • Vero
    14/06/2017 | 12:43

    Me compadezco de los pobres caballos que tiraran del carro donde se subió este señor… Madre del amor hermoso O_o

    Responder a Vero
  • Saydon
    14/06/2017 | 20:04

    Estupendo artículo, me ha gustado aun más que la primera parte. Algo me sonaba haber leído de que durante el rodaje de la Princesa Prometida bebía mucho, pero no me imaginaba que llegase a esos niveles, y lo de Schwarzenegger… ¡que bárbaro! 😛

    Responder a Saydon
  • Ramón Ignacio Pereira Anduaga
    1/07/2018 | 22:44
  • furbi gonsalez
    2/08/2018 | 1:09

    Vivo en Alcobendas, gracias.

    Responder a furbi gonsalez

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