Jul
6
2016

Brebajes infames (I) – Calimocho

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Vaso de calimocho

Cuánto te amé y cuánto te odio

Aún recuerdo, como diría aquel, cuando era yo joven. En aquella época mi ya orondo cuerpo tenía unas capacidades, me atrevería a decir, milagrosas. Entre ellas estaban la capacidad de ingerir hasta 4 «Bacon Super» del Burger Poseidón, aprenderme todos los nombres de todos los Robin a los que Batman había acogido bajo su ala, o incluso decirle a mi padre sin sonrojarme que «Don Gonzalo me tiene manía, no me ha querido aprobar».

Pero hoy, y a lo largo de varios artículos, voy a centrarme en una capacidad concreta. Localizada en uno de mis órganos vitales. Mi hígado, concretamente. Porque mi granate glándula procesaba el alcohol con una eficiencia que ríase usted de Frank Grimes Jr.

Y para ejemplificar su poder, qué mejor que hablar de los horripilantes bebedizos que ha tenido que filtrar. Empezando por uno de los reyes de hace unos cuantos años. El calimocho. El puto calimocho.

Receta

Probablemente lo mejor de este combinado (sí, a mí también me da la risa cuando lo escribo) es su excelente ratio cantidad/precio.

Sencillamente, júntese en un vaso, preferiblemente grande (lo que los de la meseta llaman «mini», los del sur lo llaman maceta) hielo en cantidad, vinate de dudosa calidad y refresco de cola. Voilá. Tenemos ante nosotros una generosa cantidad de inmundo calimocho a un precio que difícilmente superará los 3 euros. Hay lugares donde le añaden horripilancias azucaradas como granadina o licor de mora. En esos lugares el índice de personas con diabetes debe ser fastuoso.

Orígenes

Le debemos la invención, como no podía ser de otra forma con ese nombre, al noble pueblo vasco. Por lo que he podido leer, los primeros indicios de embriaguez y resaca cabezona por mezcla de vinate y cola se encuentran en el Puerto Viejo de Algorta, en Getxo, provincia de Vizcaya.

El parto del invento, al igual que la vacuna de la viruela o el gas VX , se da en una suerte de accidente producido por un lamentable estado de necesidad. La necesidad de una cuadrilla que allá por el 72, quedaron al cargo de organizar las fiestas del pueblo para San Nicolás. Tras redactar el programa de festejos, su primera tarea fue liquidar las facturas de los festejos del año anterior, siguiendo esa moda tan española de pagar «luego ya si eso». Con el poco dinero que les quedaba, tuvieron que ingeniárselas para dar de beber a un montón de vascos sedientos, y no de agua.

Así pues, ni cortos ni perezosos, pidieron ayuda a sus paisanos para hacer su fuerte en el Etxetxu, donde llevaron toda la bebida que pudieron conseguir con el poco dinerillo que les quedaba. Esto comprendía mayormente refrescos, cerveza, y vinaco de a 16 pesetas el litro en cantidad. Pensemos que esto viene a ser, ajustando a inflación, unos 1,5 euros el litro. Y el Don Simón cuesta un poco más de un euro el litro. Esto es, estamos hablando de un montón de vino no mucho mejor que el que nadie quiere ni para envenenar a las ratas.

Comenzaban a acercarse los primeros paisanos a meterse unos txikitos para el cuerpo, y uno de ellos encendió todas las alarmas: El vino estaba picado. «Vais a envenenar a alguien», decía. Tragaron saliva, enjugaron los sudores fríos que caían por su frente y se dispusieron a probar el resto de botellas. Así fue como confirmaron el peor de sus temores, pues todas las pruebas arrojaron el mismo resultado. Cabe recordar que un vino picado está asqueroso pero no mata. Al menos no más que el vino normal.

Esta parte que ahora cuento no está documentada, pero imagino que hubo llanto, gente corriendo por la calle agitando los brazos y algún que otro intento de suicidio. Porque cualquier muerte es más placentera que la que te puede propinar un vasco con el gaznate seco.

Ocalimocho

Pocas bebidas pueden presumir de tener su propio juego de mesa. El Calimocho es una de ellas. El llamado «Ocalimocho» está basado en el tradicional juego de la Oca, con etílico resultado.

Una vez que los nervios se calmaron, estos muchachos tomaron la cuestionable decisión de huir hacia delante. Puesto que la mayoría de los ingresos iban a venir del vino, más valía darle salida a todo ese género. Y la mejor manera de hacerlo era enmascarando el sabor del vino picado con refresco. Tras varias pruebas, todos convinieron que lo que mejor lo tapaba  era el refresco de cola, mezclado a partes iguales. Así que haciendo unos sencillos números, estos chavalotes tenían que preparar un potrollón de litros de vino picado mezclado con cola y vendérselos a los lugareños en los pocos días que duraban las fiestas. Sabiendo que era su única salida, tomaron tres sabias decisiones. La primera fue no decirle a nadie lo que le estaban dando de beber. La segunda fue pensar en un nombre atractivo. La tercera fue irse a comer y quedar por la tarde para ir a conseguir toda la Coca-cola que pudieran.

Resolvieron su falta de refresco carbonatado mediante un contacto de uno de ellos en una distribuidora de refresco. Así pues, se hicieron con una bañera, mezclaron el vino con la Cola y reenvasaron el resultante en las mismas botellas de vino, lavadas en la fuente previamente. Solo faltaba el nombre.

Y este vino, como las grandes ideas, de los lugares más inesperados. En este caso, lo mejor es que nos lo cuenten sus propios creadores.

Efectos Adversos

No me gustaría cerrar este, mi primer artículo, sin comentar un poco los efectos que este vil bebedizo en el cuerpo.

Homer borracho

A Homer tampoco le sienta bien el Don Simón con Pitusa Cola

Evidentemente, en los primeros compases de la noche, el calimocho produce alegría, felicidad y ganas de vivir. Además, aumenta nuestras agallas a la hora de cortejar a congéneres de ambos sexos. Todo son risas hasta que al día siguiente despiertas sintiendo que la camiseta no te toca el cuerpo y que una vara de acero corrugado atraviesa lo poco que te queda de cerebro. Y no lo neguemos, tus heces mañaneras tienen un color oscuro que da miedo.

No podía estar un sólo artículo sin hablar de mierda.

Ah… adolescencia. Qué poco te echo de menos.

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Categorías: Comida-Bebida, Curiosidades

7 comentarios

  • mastercaba
    6/07/2016 | 17:41

    Uf, el calimocho… la introducción a la vida de frenesí posterior. Particularmente recuerdo un día de verano en el que conseguí llevar al límite la relación «calidad-precio»: vino Eroski (50 cts. el cartón) y un producto llamado «Latin Cola» (50 cts… el litro y medio!). Si alguna tarde no tenéis nada que hacer, os invito a que probéis esa mezcla con un solo objetivo: sobrevivir. ¡Buen debut, Impozible!

    Responder a mastercaba
  • Adonay Barrientos
    6/07/2016 | 19:01

    Hola! que buena web tienen aqui!!! los vengo siguiendo desde el 2010, cuando sacaron el artículo sobre Punch-out!, solo que este es mi primer comentario. Solo tengo una duda… que tengo que hacer para poder ser editor?

    Responder a Adonay Barrientos
  • DGrumpy
    6/07/2016 | 22:18

    Ahhh el calimocho… Toda una delicia de juventud.
    Unos colegas y unos litros, perdidos en cualquier lado, esa es la verdadera felicidad
    Tengo la teoría de que uno se hace mayor de verdad cuando deja de beber calimocho definitivamente. Por suerte yo aun sigo manteniendo las buenas costumbres (aunque menos frecuentemente de lo que me gustaría)
    En su día fui un auténtico experto en la materia. Llegué a tener una web en iespana (que ya no existe) en la que catalogaba diferentes macas de vino de cartón (llegué a probar más de 50 diferentes), y en la que recopilaba cientos de juegos para beber (entre ellos el ocalimocho mencionado)

    Responder a DGrumpy
  • Pepe
    7/07/2016 | 11:20

    Eso del mini será de Madrid para abajo, porque de Madrid para arriba es un chachi.

    Responder a Pepe
    • mastercaba
      7/07/2016 | 12:05

      Yo soy de Madrid y, efectivamente, los llamamos minis; sin embargo, en alguna ocasión visité Burgos y allí los llamaban «cachis» (con una «h» menos). La semántica del español se enriquece cuando se trata de referirse a lo etílico jeje

    • q256
      7/07/2016 | 12:58

      Yo soy de Galicia. Allí todavía somos más originales. A los vasos de un litro los llamamos… litros.

  • Anonimatus
    8/07/2016 | 17:15

    Una bebida muy buena pero peligrosísima, menudas resacas que causa.

    Responder a Anonimatus

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