Mar
18
2009

Mi compañero de pupitre

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Compañero Clase - PupitreSi hacemos un repaso rápido a nuestra vida, podemos hacer una lista enorme de personas que se han cruzado con nosotros y nos han aportado algo. Podríamos ordenarlos según hayamos tenido más o menos relación con ellas. Tendríamos personas muy cercanas, como las de nuestra familia, o simplemente personas conocidas, como el dependiente de la panadería de siempre.

Pero una de las personas que realmente ha marcado la vida de todos es la que compartía pupitre contigo en el colegio. Una de las personas que más horas ha compartido contigo en tu vida. Si contamos que teníamos una media de 7 horas al día de clase, 5 días a la semana, descontando las horas de gimnasia y las que te pasabas castigado en el pasillo… Calculad la de horas que pasabais juntos…

La verdad es que si nos ponemos a calcular, hemos pasado la mitad de nuestras vidas metidos en una clase, escuchando a cientos de profesores intentando insertar en nuestras cabecitas adolescentes y despreocupadas la mayor cantidad de información posible, para que luego se nos olvidase después de fumarnos cualquier cosa lo aplicásemos a nuestra vida.

Estas clases interminables había que pasarlas de una manera u otra, y para ello lo más fácil era aliarse con el compañero de al lado. Yo siempre he estado en clases en las que nos colocaban de dos en dos. Lo que nunca entendí es que si se quejaban porque de dos en dos hablábamos, ¿por qué nos sentaban de esa manera? ¿No se daban cuenta que colocándonos individualmente hablaríamos menos? ¿O bien era una estrategia para tener un motivo por el cual echarnos la bronca?

Compañero Clase - AulaHabía diferentes maneras de conseguir compañero de al lado. La primera era la más sencilla y la más celebrada por todos. El primer día de clase, nos agolpábamos todos ansiosos a la puerta, y no porque tuviésemos muchas ganas de estudiar, sino porque queríamos coger el mejor sitio, y si podía ser al lado de nuestro mejor amigo, mejor que mejor.

La táctica era la siguiente: Se entraba en tropel a la clase y saltando por encima de sillas y mesas se trataban de alcanzar los puestos situados al fondo del aula, que, como todos sabemos, siempre han sido los mejores. Al llegar al pupitre deseado, te lanzabas sobre la silla para que no quedasen dudas sobre la propiedad del sitio y a la vez lanzabas la mochila sobre el sitio de al lado para reservarlo para tu amigo del alma. Prueba superada. Entonces era cuando el profesor lanzaba la dichosa frase: «Nos os encariñéis mucho con los sitios que ya os situaré yo…».

La segunda forma de conseguir mesa dentro de una clase era la más chunga, por asignación. Para llevar a cabo este método, había una sencilla fórmula que cumplir. Al lado de un chico empollón responsable, siempre debía ir uno perdido de la vida menos responsable. Con esta fórmula se trataba de equilibrar la clase; pero, ¿qué acababa pasando? Los chicos mas fiesteros acababan embaucando a los estudiosos y les hacían caer en sus redes de vicio y perversión. Evidentemente la opción contraria es menos lógica, a todos nos gusta más el cachondeo y la fiesta. Por lo tanto, la clase poco a poco iba entrando en una dinámica lúdico-festiva que hacía bajar el nivel de aprendizaje general. Tampoco es que nos importase demasiado…

El compañero de al lado jugaba un papel muy importante en tu vida académica. Si te aburrías en clase, siempre estaba ahí para comentar el último capítulo de «Médico de Familia», o para pasarte una notita clandestina explicándote lo que hizo María el viernes pasado. Otro de los momentos de culmen de la relación entre compañeros de mesa era cuando había que enfrentarse a un examen, en ese momento la compenetración entre los dos debía ser perfecta. Todavía recuerdo la táctica empleada para los exámenes tipo test:

-Acuérdate, primero me marcas el número de la pregunta con los dedos, sin que se te vea.
-Vale, primero el número.
-Después, si pones la mano en la esquina superior izquierda, es que es A; si la pones en la esquina superior derecha, es B; si lo pones en la esquina inferior izquierda, es C; y en la esquina inferior derecha es D. ¿Lo has pillado?
-¿Y si la respuesta es E?
-Improvisa tío, improvisa. No puedo estar en todo.

En definitiva, cuando al final de nuestra vida recordemos todo lo que hemos pasado siempre nos quedará el recuerdo de aquella persona que durante tanto tiempo compartió con nosotros aventuras colegiales, secretos inconfesables e incluso alguna vez que otra nuestra impoluta goma de borrar Milán.

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Categorías: Vida cotidiana

25 comentarios

  • ariadna
    18/03/2009 | 9:51

    Jejejejeje q buenoo!! Hace unas semanas, quedé después de unos 20 años, con mi compañero de pupitre del cole (esas cosas del facebook) para ir a dar unas vueltas con las motos… el caso es que lo que mas recordé de él (el empollón y yo no me califico, mejor….) fue que me guardaba las bolitas esas transparentes que iban en los cartuchos de las plumas jejejejejejje… xdddd… pero cuanta razón q tienes, tantas horas (de formación) supuestamente y al final para recordar las bolitas de los cartuchos de tinta jejejejeje…

    En fin, q me encantan tus «historietas», me hacen recordar esos tiemposss de cuando éramos jóvenes…

    Graciassssssss

    ariadna

    Responder a ariadna
  • M2Hero
    18/03/2009 | 13:14

    Excelente entrada, de esas que te llevan directamente al pasado y te hacen recordar lo mejor de los buenos tiempos ^^. Cuántos compañeros habrá tenido uno en su vida y que se pueda acordar de casi todos (o todos), y siempre de las cosas que puedan parecer más tontas o insignificantes xD.

    Por nuestra parte, en los examen tipo test seguíamos la siguiente estrategia: primero el número de pregunta; luego, tocarse la oreja la a, el cuello como si te picara la b, la pierna la c, rascarse la cabeza era «no lo sé, di tú a ver xD». Si había más opciones, pues se inventaba xD.

    Un saludo.

    Responder a M2Hero
  • Lobacho
    18/03/2009 | 14:21

    Mi pregunta es:
    Despues de este buen reportaje…¿poke en la publicidad que sale al final de todas las contestaciones es de Sillas de escritorio???
    PERO KE ME ESTAS VENDIENDO? jjajajaj
    mu bueno el repor.

    Responder a Lobacho
  • Anonimouse
    18/03/2009 | 14:42

    A nosotros de peques nos ponían en mesas de 4, después de 2 pero al poco tiempo rotábamos de compañero…

    Responder a Anonimouse
  • sersa
    18/03/2009 | 15:00

    wenisimo!!!!!!
    simplemente genial, no cambiaria nada, ni un punto, ni una coma…pienso difundir este post por todas partes, como la lluvia, no quedara rincon sin saber de este post.
    P.D. Keep on writing! No pares, eres un genio!

    Responder a sersa
  • zordor
    18/03/2009 | 15:03

    Juas, genial, el problema es que en mi cole los jodios siempre nos ponían pupitres de a 1 🙁 Pero aún así seguían los profesores teniendo esa mítica frase de:

    “Nos os encariñéis mucho con los sitios que ya os situaré yo…”

    Me he reído un montón con ella, jeje.

    DEspués llego la universidad, con mesas corridas de 5 o 6 y que si estabas en medio era un canteo, sobre todo cuando tenías que salir por algo y lo mismo tenías que hacer levantarse a 3 personas xD

    Responder a zordor
  • Ataparu
    18/03/2009 | 15:15

    Las aulas de mi colegio eran enormes y siempre estábamos de 1 en 1. Cuando pasé al instituto ya nos ponían de dos en dos, algo fantástico después de años de aburrimiento. Otra cosa horrible es que tanto en instituto como colegio siempre nos colocaban en orden de lista, por mi apellido siempre me tocó sentarme adelante, y en muchos casos justo en frente de la mesa del profesor.

    Por ello ahora siempre me siento atrás del todo, en autobuses, en el aula magna de mi facultad, o donde sea XD.

    Responder a Ataparu
  • Mackelf
    18/03/2009 | 15:46

    Yo tenia un grupo de unos 5 amigos, que nos ubicamos al fondo-centro de la sala. Teniamos la escoba. Hasta que la profesora decidio enviar a 4 de nosotros a cada esquina de la sala y uno quedo al centro XD.

    Responder a Mackelf
  • M@nchitas
    18/03/2009 | 18:17

    Pues en pupitras duales sólo 6 años en primaria y acada rato cambiaban de compañera(er niño y niña en un putitre). Luego fue hasta el ultimo año de ingeniería cuando nos sentaron en pupitres duales y como era turno vespertino puro wey de compañero. Hace unos meses acudí a una reunió con mis cuates de la primaria(educación básica), después de 16 años y ya la mayoría casados y algo amargados pero recordar esas épocas y esos pupitres llenos de dibujitos y acordeones(chuletas)no tiene precio. Buen artículo.

    Responder a M@nchitas
  • Ignacio
    18/03/2009 | 22:36

    Yo aun estoy en esos pupitres..joder..que encima me faltan 4 años y termino….muy buen articulo

    Responder a Ignacio
  • kirkero
    18/03/2009 | 23:17

    falta un articulo de pinos aromaticos 😀

    Responder a kirkero
  • navarro
    18/03/2009 | 23:38

    esto de repetir un montón de años fue la caña!! tuve un montón de compañeros de pupitre

    Responder a navarro
  • Clavito
    19/03/2009 | 1:42

    jajajaja

    Genial Mariog, un articulo sencillo pero de una profundidad increíble. Me ha calado y me ha hecho recordar los viejos tiempos con una carcajada y a la vez una lagrimilla
    Te has superado

    Responder a Clavito
  • Konamiman
    19/03/2009 | 13:54

    Cuando «médico de familia» yo ya estaba en la universidad… ¿tan viejo soy?

    Responder a Konamiman
  • Leon
    19/03/2009 | 15:36

    Konamiman, no se si serás viejo o no, pero me parto el culo con los comentarios que pones en las fotos de tu blog xDD

    Responder a Leon
  • Luismi
    19/03/2009 | 18:38

    Que buen artículo, me ha hecho recordar a compañeros que no veo desde hace siglos…. Como se hace uno mayor y eso que solo tengo 16 años. Sigue con estos post!!

    Salu2!

    Responder a Luismi
  • Makata-kun
    20/03/2009 | 23:14

    uff! pero todavía falta un montón detalles… habrá segunda parte no?

    saludos

    Responder a Makata-kun
  • Un tipo feliz
    22/03/2009 | 20:48

    Enhorabuena por este pedazo de post! Como no, amén a todo.
    Sólo decir que, en esto de los pupitres podía darse el caso contrario y que te tocara sentarte con alguien que o bien no conocías, o bien directamente te caia mal, lo que convertía tus días en un erial de aburrimiento.

    Aún así, y con el tiempo, terminabas riéndote y liándola incluso con quien menos lo hubieras sospechado -si, Javier Calzada de Zamora, estoy hablando de tí-

    Responder a Un tipo feliz
  • Un tipo feliz
    22/03/2009 | 20:53

    Por cierto, acabo de descubrir el gran blog de Konamiman y ya me he hecho adicto…»!menos mal que tengo un telemach!, ¿eh, Kaito?»

    Responder a Un tipo feliz
  • mad
    23/03/2009 | 18:50

    En mi clase siempre nos colocaban por orden de lista (cada uno teniamos un numero, ordenados por el apellido) con lo que siempre tenia compañeros que su apellido empezaba igual que el mio haha

    Responder a mad
  • Dani
    23/03/2009 | 22:31

    Ahhhh, la complicidad con el compañero en los exámenes, un clásico: «toca en la esquina de la mesa según la respuesta, ésta esquina es la A, ésta la B…».
    Desde luego era con él/ella con el que siempre terminabas teniendo una relación especial, de amor, odio o lo que fuera: demasiado tiempo juntos.

    Responder a Dani
  • Rod
    24/03/2009 | 0:35

    Genial articulo tio. Me acuerdo que en mi escuela nos sentaban de 2, pero para evitar que copiásemos nos ponían un cuaderno (No del curso, claro) y así esa «pared» evitaba que nos pasásemos preguntas…de la forma directa.

    Lo mejor:
    – ¿Y si la respuesta es E?
    – Improvisatío, improvisa. No puedo estar en todo.

    Responder a Rod
  • Wiz!
    29/03/2009 | 3:00

    Ohhh! Te felicito! No pudiste crear un artículo más bueno, totalmente pegadito a la realidad ^-^
    Lo de improvisa tío improvisa, me mató xD

    Responder a Wiz!
  • Sergio
    10/04/2009 | 19:32

    Jajajajaja muy bueno xD

    Responder a Sergio

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