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¿Qué cabe esperar de una película que surgió de uno de los avances falsos de «Grindhouse»? Os lo diré de la A a la Z: acción, burritos, corrupción, desnudos, explosiones, fornicio, guacamole, habanos, intestinos, justicia, katanas, Lohan, machetes, narcotraficantes, ¡órale!, pendejos, quitapenas, revolución, Seagal, tiroteos, uniformes, violencia, Wii Fit, xenofobia, yanquis y zorras. En resumen, más exploitation, más serie B, y auténtico Robert Rodriguez en su salsa mexicana.

Si habéis visto el red band trailer, ya sabéis lo que esperar de «Machete», porque lo que Machete promete, Machete lo da; pero si entráis en el cine pensando que vais a ver una película seria… lo siento, no tenéis dos dedos de frente. En el peor de los casos, sabíais cuál era el título cuando pedisteis la entrada.

Otra cosa es que no os haya gustado. Eso puedo entenderlo. Igual que entiendo que no a todo el mundo le gusten las palomitas con ketchup y queso fundido. Hay gente muy rara por ahí.

Los buenos

Machete (Danny Trejo): jardinero y ex federal mexicano. Más duro que un clavo en un ataúd, letal con las armas afiladas, y no abre la boca si no es para soltar alguna frase ingeniosa («Machete no manda mensajes»). Sus métodos son poco ortodoxos y prefiere enfrentarse a una docena de «narcos» con su machete que con un arma de fuego. También es un donjuán capaz de conquistar a mujeres a las que triplica en edad con su sola presencia.

Lo más sorprendente es que este sea un papel hecho a medida para un sesentón bigotudo con el pelo empapado en betún y la cara tan ajada que parece una pasa. Te queremos, Danny Trejo, aunque no tanto como debieron de quererte los convictos de San Quintín.

Sartana Rivera (Jessica Alba): agente de inmigración e interés amoroso de nuestro atípico héroe. Le gusta el café barato y grasiento, pero «sin el escupitajo, por favor», y se debate entre defender lo que cree justo y hacer cumplir la ley mandando a sus compatriotas de vuelta a su país. También es la prueba viviente de que los videojuegos pueden convertirte en un luchador experto en la vida real, aun cuando tus rivales sean asesinos profesionales entrenados en lucha libre mexicana.

Me gusta Jessica Alba más que el chili con carne, pero eso no significa que quiera verla en una película en la que no pega ni con cola, ni aun cuando salga medio desnuda. Y comprenderéis por qué digo esto en cuanto la veáis subirse a un coche para arengar a jornaleros mexicanos.

Luz (Michelle Rodriguez): vendedora de burritos y cabecilla rebelde. Dirige en secreto una organización clandestina que ayuda a inmigrantes mexicanos a cruzar la frontera y encontrar trabajo en los Estados Unidos como jardineros o mozos de carga. Sí, no es una ETT, pero al menos hace algo por su gente. Luz sobrevive a un balazo en el ojo (¡no cuenta cómo spoiler, sale en el póster!) y regresa de entre los muertos con un parche, más ligera de ropa y armada hasta a los dientes. Si te acerca un huevo a la cara y luego lo rompe debajo de tu cama, tranquilo; solo quiere curar tus heridas. Es más, hasta puede que mojes fuera de cámara.

Michelle Rodriguez está encasillada. Siempre tiene cara de asco y lleva un top negro (vale, en «Avatar» era blanco), suele morir en todas las películas en las que actúa (o series) y está encasillada en el papel de poli (vale, en «Avatar» era marine). Para mí que esta mujer debería tener sus propios facts, a lo Chuck Norris.

Padre (Cheech Marin): hermano de Machete, sacerdote cristiano y especialista en volar cabezas a bocajarro con dos escopetas. De él aprendí que no debo entrar en un confesionario jamás porque podrían grabar todo lo que digo y que la Iglesia siempre puede dar alguna utilidad a dos mujeres desnudas.

Cada vez que veo a Cheech Marin, solo puedo pensar en su monólogo de los chochos a las puertas de La Teta Enroscada en «Abierto hasta el amanecer». En «Machete» también tiene frases cojonudas, pero esas líneas las tengo grabadas a fuego en la cabeza. Incluso las incluyeron en la banda sonora.

April (Lindsay Lohan): niña mimada y drogadicta, un papel para el que, como seguro sabréis, Lohan no necesitaba prepararse. Es la hija de Booth, quiere ser modelo y tiene su propia página web, a la que sube vídeos porno de su madre y ella montándoselo con el jardinero. No es tan horrible como pensáis, porque salvo que la mujer la pariera cuando tenía doce años, no puede ser su verdadera madre. Cuando no está desnuda, April va disfrazada de monja y tiene el gatillo fácil.

Rodriguez confiaba tanto en la capacidad de Lohan para mantenerse sobria, limpia y fuera de la cárcel que rodó todas sus escenas en solo tres días. Ni siquiera el mejor maquillaje puede ocultar su deterioro físico. Lo único que aguanta son sus tetas postizas.

Los malos

Torrez (Steven Seagal): ex federal corrupto y narcotraficante. Es el «malo final» de la peli, vive en un paraíso tropical rodeado de mujeres en bikini y planea algo muy, muy gordo. No tan gordo como él, pero bastante gordo. Y… ¡SPOILERS! Aparte de llenar literalmente la pantalla con su presencia, Seagal tiene la muerte más épica y a la vez estúpida que he visto jamás en una película. Es imposible no tomársela a guasa. Machete clava su arma favorita en el barrigón de Seagal y éste, en lugar de morir en el acto o caer al suelo retorciéndose de dolor, se queda ahí de pie hablando tranquilamente con Machete, hasta que, como quien no quiera la cosa, se hace el harakiri de la forma más grotesca posible y sin quejarse en lo más mínimo. Si alguna vez escribo un top 10 de muertes de cine, tened por seguro que incluiré esta.

Y yo que pensaba que Seagal estaba acabado…

Senador McLaughlin (Robert De Niro): senador republicano en plena campaña para su reelección que hará lo que sea para mantener a los inmigrantes ilegales fuera de Texas, desde aliarse con capos de la droga hasta enviar vídeos snuff en DVD a sus votantes ricos.

No comprendo por qué a la gente le incomoda que De Niro haga este tipo de papeles. «Qué bajo has caído, De Niro. Tú antes molabas». ¿Cuál es vuestro p*** problema? ¿Y qué hacen ahí esos asteriscos? Entre los setenta y noventa, De Niro demostró lo bueno que era y se entregó al cien por cien en papeles tremendamente exigentes. El viejo se ha ganado un merecido descanso.

Booth (Jeff Fahey): hombre de negocios y principal apoyo financiero del senador. Trabaja para Torrez, viste trajes caros y tiene un montón de matones dispensables a sus órdenes. Pese a estar casado con una estupenda mujer florero, se siente sexualmente atraído por su hija April. ¿Cómo?, ¿por Lohan?, quiero decir, ¿por su hija? Qué repugnante. No había oído nada tan enfermizo desde que… encendí la tele por última vez.

Booth es un malo de manual, pero uno de los que lo hacen bien y tiene carisma, no como otros (véase Vernon Wells en «Commando»). Además le queda bien la perilla.

Von Jackson (Don Johnson): vigilante con aspecto de sheriff sureño. Patrulla la frontera con México con su milicia de paletos y dispara contra cualquiera que intente cruzarla, incluso cuando se trata de mujeres embarazadas. Es un indeseable y el público lo odiará al instante. El mejor villano del film.

Algunos recordaréis al señor Johnson como el tipo del champú y otros como el Sonny Crockett de «Corrupción en Miami». Yo no veía esta serie a menudo, pero me flipaba el opening. La música, los flamencos, las tías en bikini, las playas, los loros, más tías en bikini… Ah, los buenos viejos tiempos…

Osiris Amanpour (Tom Savini): asesino a sueldo con su propio anuncio en televisión (¿os gusta lo que veis?, llamad al 1-800-HITMAN). Osiris encaja más o menos en el molde de Boba Fett, es decir, sale poco y habla todavía menos; pero tiene presencia y un no sé qué, que qué sé yo que le gusta a la audiencia y te deja con ganas de más.

Y si os estáis preguntando qué llevó a un gurú de los efectos especiales de la vieja escuela como Savini a convertirse en un actor de segunda, la respuesta es los puñeteros ordenadores.

Argumento y conclusión

Je, je… argumento, sí. Esperad, que algo debo tener por aquí.

Booth contrata a Machete para matar al senador McLaughlin, pero cuando el mexicano va a disparar, ve a uno de los hombres de Booth apuntándole desde otro edificio. Herido y traicionado, Machete buscará venganza.

Como decía el fake trailer: «habían intentado joder al mexicano equivocado». (En defensa de los malos, y a riesgo de ser impopular, diré que todos los mexicanos se me parecen bastante. Bigotudos, morenitos, con sombrero, anunciando tomate Orlando… ¿Qué? Echadle la culpa a la Warner Brothers por crear a Speedy Gonzalez. Yo solo soy un español estúpido, víctima del sistema educativo más deficiente de Europa, con montera y traje de luces y ganas de dormir la siesta.)

Si os digo la verdad, el argumento no importa un carajo. «Machete» es, sencilla y llanamente, la mejor película de acción de 2010. ¿Violencia? Sí. ¿Desnudos? Sí. ¿Diálogos ocurrentes? Sí. ¡Joder!, si es que hace que «Los mercenarios» de Stallone parezcan un mal intento de recuperar el cine para machos de los ochenta.

En resumidas cuentas, es difícil encontrar palabras para describir lo alucinante y descomedida que es esta película, sobre todo cuando has bebido mucho tequila; pero hay tajos, tiros y explosiones a porrillo. Y salen las gemelas Avellan vestidas de enfermeras.

Estas chicas me tienen fascinado. Me voy a bailar flamenco.

Puntuación: 4 machetes ensangrentados sobre 5.

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