Nov
30
2007

El Zeppelin (II)

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Este artículo es una continuación de: El Zeppelin

Recreación del Graff Zeppelin en pleno vuelo

Ayer hablamos de los orígenes de este curioso medio de transporte, de su papel durante la contienda militar y de los esfuerzos de Hugo Eckener para relanzar el negocio en Alemania a principios de los años.

Una historia apasionante sobre estos colosos que surcan los cielos, que hoy tendrá su conclusión. Hablaremos de la Edad Dorada de los zeppelines, el medio de transporte preferido de los viajeros, y a continuación nos centraremos en la parte más amarga. ¿Cuales fueron las causas de su caída en desgracia? ¿Que fue lo que motivó el ascenso de los aeroplanos y la desaparición de estos enormes colosos? Vamos a averiguarlo.

La Edad Dorada:

Tras el éxito del primer vuelo del nuevo modelo de Eckener, como ya vimos en el artículo anterior, el LZ127 realizó su primer tour, visitando Alemania, Italia, Palestina y España. Había un segundo viaje planeado a Francia, pero tuvo que ser cancelado tras un fallo en los motores.

LZ127 Graf sobrevolando el ReichstagY finalmente, en agosto de 1929, el LZ127 partió rumbo a su mayor reto: la circunnavegación del globo (la vuelta al mundo). La creciente popularidad del «gigante del aire» permitió que Eckener encontrara patrocinadores fácilmente. Uno de ellos fue el magnate americano de las comunicaciones William Randolph Hearst, que impuso como condición que el tour comenzara oficialmente en Lakehurst, Nueva Jersey. Al igual que en el vuelo de 1928 a Nueva York, Hearst envió a la reportera Grace Marguerite Hay Drummond-Hay a bordo, que eventualmente se convirtió en la primera mujer en dar la vuelta al mundo en globo.

Tras partir de Lakehearst, el vuelo hizo escala en Friefrichshafen, Tokyo, Los Angeles y finalmente de vuelta en Lakehurst, completando un viaje de 49.618 kilómetros alrededor del globo en 21 días, 5 horas y 31 minutos.

Al año siguiente, el Graf Zeppelin realizó varios viajes alrededor de Europa y, tras el éxito de un viaje a Sudamérica en mayo de 1930, se decidió abrir la primera ruta regular de vuelos transatlánticos. A pesar del inicio de la Gran Depresión, motivada por el crack bursátil de 1929, y de la creciente competencia de las líneas aéreas, el LZ127 transportó a gran número de pasajeros y correo a través del atlántico hasta 1936.

Asimismo, en 1931, la nave realizó un viaje de exploración al Ártico, cumpliendo así un antiguo sueño del conde von Zeppelin que este no pudo realizar debido al estallido de la guerra.

El LZ127 Graf Zeppelin en el hangar, donde puede apreciarse su inmenso tamaño

Eckener intentó construir una nueva aeronave similar a la actual, que llevaría la denominación LZ128. Sin embargo, tras conocer la desastrosa explosión del zeppelin británico R-101, decidió reconsiderar la seguridad de los depósitos de hidrógeno, y comenzó a trabajar en el nuevo LZ129, que pretendía incluir depósitos de helio en su lugar.

Sin embargo, esta mejora en la estructura del nuevo zeppelin no se pudo llevar a cabo por cuestiones políticas. El helio era en la época un producto muy difícil de conseguir, y Estados Unidos monopolizaba su producción. En 1933, Adolf Hitler ya era canciller alemán y con el comienzo de la persecución de los judios, se fue ganando la desconfianza de las grandes potencias. Por ello Estados Unidos denegó la petición de Eckener, al que no le quedó otro remedio utilizar depósitos de hidrógeno.

Ilustración del Hindenburg sobrevolando Nueva York

El futuro LZ129 Hindenburg (que llevaba el nombre del viejo canciller alemán) sería el dirigible de hidrógeno más seguro creado hasta la fecha. Para evitar los incendios, las cerillas y encendedores eran confiscados a los pasajeros en el momento de embarcar. Asimismo, las pasarelas de acceso fueron recubiertas de goma con el fin de evitar que se produjera alguna chispa, y los trabajadores que tuvieran acceso a las zonas de alto riesgo utilizaban botas de fieltro y trajes de asbesto, desprovistos de broches o cualquier elemento metálico. Incluso la presión del aire en los camarotes era suficiente como para expeler cualquier escape de hidrogeno. Sin embargo, a pesar de toda esta seguridad, la fatalidad quiso que este zeppelin protagonizara uno de los peores accidentes de la historia, como luego veremos.

Un medio de transporte singular:

Visto en perspectiva, el zeppelin contaba con importantes desventajas, como la posibilidad de sobrecarga por nieve o escarcha (que se depositaba en la superficie del globo aumentando el peso del aparato) y su enorme volumen en relación al escaso número de pasajeros que podría transportar, así como su escasa maniobrabilidad.

Asimismo, su altitud de vuelo era menor a la de los aeroplanos, y es mucho más vulnerable a las inclemencias meteorológicas. A esto hay que sumar el problema del hidrógeno antes mencionado, aunque en la actualidad todos los dirigibles contienen helio. El punto más débil del diseño se encontraba en la envoltura, generalmente de sedas estiradas que ardían con facilidad.

Sin embargo, los dirigibles contaban con múltiples ventajas. Por ejemplo, aunque su construcción era mucho más cara que la de un aeroplano, su coste de propulsión era mucho menor.

Fotografía exterior de la cabina del L127 Graf Zeppelin

Otra gran ventaja de los mismos era la posibilidad de poder depositar a sus pasajeros en el mismo centro de la ciudad, pudiendo anclarse a la azotea de un edificio en medio de la urbe y permitiendo descender a sus pasajeros en medio de la misma, como si de un helicóptero se tratara.

Por si esto fuera poco, los fallos en el motor eran mucho menos críticos que en un avión (no olvidemos que al fin y al cabo es un globo, y podía descender lentamente aunque fallara la propulsión). A esto hay que sumar su mayor autonomía (de hecho, los vuelos transoceánicos duraban varios días), así como su vuelo silencioso y la menor contaminación que generaban.

Camarote del LZ127 Graf ZeppelinPero sin duda, la mayor ventaja de los zeppelines era su comodidad. Dado que se trataba de naves planeadas para viajes de larga distancia, su interior no sólo tenía que estar bien equipado, sino poseer todo tipo de comodidades para entrener a los pasajeros durante los largos vuelos transoceánicos.

De este modo, los zeppelines que realizaban vuelos comerciales contaban en su interior con las comodidades propias de un hotel, con un amplio salón comedor, salas de lectura, cubiertas de paseo y camarotes dobles e individuales, algunos de los cuales tenían duchas privadas.

Los zeppelines de mayor tamaño llegaban a alojar en su interior hasta un centenar de viajeros, y esto sin contar a la tripulación, que era también bastante numerosa correspondiendo habitualmente a un tercio del total de los pasajeros. Eran, por tanto, auténtico hoteles voladores, en los que uno se alojaba cómodamente durante varios días, disfrutando de un paseo de altura hasta llegar a su destino.

Una de las ideas del conde von Zeppelin, que nunca llegó a ver la luz, era la posibilidad de conectar varios dirigibles entre sí, como si de vagones de un ferrocarril se tratara, convirtiendolo en una suerte de línea de tren aérea.

Cabina de mando y comedor de pasajeros del LZ127 Graf Zeppelin

Visto en perspectiva, el zeppelin contaba con tantas ventajas como inconvenientes. Sin embargo, en su época de mayor popularidad, una serie de desgracias, derivadas de la falta de planificación y la mala construcción, terminaron por empañar su imagen para siempre.

Una serie de trágicos accidentes:

En sus inicios, los dirigibles contaban con un impresionante récord de seguridad. El Graf Zeppelin, por ejemplo, llego a volar más de dos millones de kilómetros, incluyendo la primera circunnavegación del planeta, sin sufrir un sólo accidente. Eran, por tanto, uno de los medios de transportes más seguros de la época.

Sin embargo, la enorme expansión de flota de dirigibles y su excesivo crecimiento acabaron por cambiar esta estadística. Poco a poco, los diseñadores de aeronaves comenzaron a confiarse demasiado y se volvieron descuidados. Se desencadenaron entonces una serie de trágicos accidentes que acabaron por retirar a los dirigibles de los cielos.

Todo se precipitó durante las décadas de los 20 y los 30. Los primeros en caer fueron los de la armada norteamericana, seguidos por los británicos y alemanes:

El USS Shenandoah (ZR-1) se estrelló durante una severa tormenta sobre Noble County, Ohio, en un vuelo publicitario mal planificado, el 3 de septiembre de 1925. Quedó completamente destrozado y murieron 14 miembros de su tripulación.

El USS Akron (ZRS-4) fue golpeado por una ráfaga de viento y arrojado mar adentro en la costa de Nueva Jersey el 3 de abril de 1933. Debido a que no contaba con botes de salvamento y portaba escasos salvavidas, 73 de sus 76 tripulantes fallecieron ahogados o a causa de la hipotermia.

El dirigible británico R-101: un desastre anunciado

El siguiente en caer fue el R-101, un modelo británico muy avanzado para su época. Desgraciadamente, su construcción se había realizado demasiado deprisa, y fue enviado en un vuelo a la India antes de estar terminado completamente, por lo que se estrelló en Francia con la pérdida de 48 de sus 54 tripulantes. Corría el año 1930. Tras la mala publicidad causada por dicho accidente, el Ministerio del Aire británico suspendió los vuelos del modelo R-100 (que todavía se encontraba en activo) y lo vendió como chatarra en 1931.

En febrero de 1935, el USS Macon (ZRS-5) se estrelló después de sufrir una falla estructural en su alerón superior costas afuera de Point Sur en California. En este caso, sin embargo, solo se perdieron dos vidas de una tripulación de 86, gracias a la inclusión de chaquetas salvavidas y balsas inflables, que se habían incorporado tras el desastre del USS Akron.

El incendio del Hindenburg:

Sin duda, la tragedia más recordada de la historia de los dirigibles será la de Hindenburg. Todo comenzó la noche del 3 de mayo de 1937, el la que el dirigible despegó de Frankfurt con destino a Lakehurst (Nueva Jersey) en el que sería el primer vuelo transoceánico del año.

Cartel publicitario del HindenburgEl Hindenburg era por aquel entonces uno de los zeppelines más rápidos de todos los tiempos, capaz de realizar un viaje transoceánico en dos días, y como tal era promocionado en los carteles de la época.

El 6 de mayo de 1937, tras haber cruzado el Atlántico en un viaje sin incidencias, más allá de las fuertes rachas de viento, el Hindenburg se acercó a la base de amarre en la Estación Aeronaval de Lakehurst (Nueva Jersey). La nave tuvo que esperar varias horas para amarrar, ya que el tiempo tormentoso impedía las maniobras de atraque.

A las 19:25, tras haber largado los amarres y mientras la nave se acercaba a la torre, los testigos observaron a popa un destello de fuego de San Telmo, una chispa de electricidad estática debida a tormenta eléctrica que había tenido lugar y que había dejado el aire cargado de electricidad.

La chispa fue todo lo que la nave necesitó para arder en llamas. El fuego se prendió repentinamente en la parte superior de la popa, y se extendió casi instantáneamente por todo el dirigible mientras la estructura caía lentamente sobre los pasajeros, que se vieron obligados a saltar desde una altura de 15 metros. En apenas 40 segundos, el Hindenburg quedó destruido por completo.

De las 97 personas que viajaban a bordo, murieron 36 (13 pasajeros y 23 tripulantes), la mayoría de ellas quemadas o aplastadas por la estructura. La rotura de los tanques de agua fue providencial, ya que salvaron a parte de los pasajeros de la quema, apagando algunas de las llamas.

Aunque no fue el accidente más trágico en lo que a pérdidas humanas se refiere, las imágenes del coloso en llamas dieron la vuelta al mundo. El accidente evaporó por completo la confianza en los dirigibles, y supuso el ascenso de los aeroplanos, que terminaron por imponerse como el medio de transporte aéreo por antonomasia. De los múltiples documentos que se conservan del suceso, la siguiente película es uno de los más famosos. Es especialmente sobrecogedora la emotiva narración radiofónica de Herbert Morrison, testigo de excepción de los acontecimientos, famoso por su lamento final «Oh, the humanity!»:

Tras el desastre y posterior investigación, Adolf Hitler ordenó terminar con la flota de dirigibles comerciales. El veterano LZ-127 Graf Zeppelin fue desguazado, aunque su hermano, el LZ-130 Graf Zeppelin II, continúo empleándose brevemente para usos militares. Asimismo, el ejército norteamericano continúo fabricando dirigibles y empleándolos para dar apoyo militar durante la Segunda Guerra Mundia. Sin embargo, en lo que concierne a los viajes comerciales, la era de los dirigibles había terminado.

Los dirigibles en la actualidad:

Aunque los dirigibles no continuaron usándose para transportar pasajeros, siguieron en servicio para otros propósitos. Actualmente se emplea sobre todo para la cobertura aérea en grandes eventos deportivos y con funciones publicitarias. El más conocido es el famoso dirigible Goodyear, del que existen tres unidades en activo en Estados Unidos.

Dirigible publicitario Goodyear

Actualmente, la investigación en torno a los dirigibles está centrada en dos usos principales. Por un lado, se investiga en la posibilidad de alcanzar altitudes mayores (característica en la que actualmente no pueden competir con los aviones). El objetivo sería en este caso su uso como plataformas de comunicación o sensoras. Dichos programas son llevados a cabo por el gobierno estadounidense.

El otro uso de los dirigibles es el transporte de larga distancia para cargas muy pesadas, incluyendo la posibilidad de un «dirigible orbital», capaz de llevar carga en una órbita terrestre baja, con un costo de transporte mucho menor que si se emplearan aviones.

De vuelta a los cielos:

Existen nostálgicos del zeppelin que quieren recuperarlo para el transporte de pasajeros, conseguir que vuelva a surcar los aires. Por supuesto, su vuelta no sería para competir con las aerolíneas comerciales, sino que el objetivo sería crear una especie de cruceros voladores, viajes de placer que, en lugar de surcando los océanos, tendrían lugar por encima de la nubes. Una de estas iniciativas es el Strato Cruiser, de Tino Schaedler y Michael J. Brown.

Exterior e interior del Strato Cruiser, de Tino Schaedler y Michael J. Brown

Con el paso de los años y a pesar de las catástrofes, el zeppelin ha adquirido una imagen romántica e idílica, la de un globo descomunal que surcaba los aires como un coloso volador. Desde luego, en aquellos tiempos los viajes aéreos eran mucho más peligrosos que actualmente, pero también tenían un aire mucho más aventurero. Y es por ello que hay quien quiere recuperar este medio de transporte para las nuevas generaciones, con la tecnología actual y las comodidades de antaño, para surcar los cielos en un hotel volador.

Fuentes

Zeppelin (Wikipedia en inglés)
Dirigible (Wikipedia en español)
Dirigible Hindenburg (Wikipedia en español)
«Ballons et Dirigeables» en Technoscience.net
«El accidente del Hindenburg» en Foro Segunda Guerra Mundial
«Tino Schaedler and Michael J Brown – Strato Cruiser» en Pasa la vida

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Categorías: Curiosidades, Historia

14 comentarios

  • Mazarbul
    30/11/2007 | 11:11

    Pues sí, la idea de viajar en zepelin se antoja bastante más atrayente que la de viajar en avión. Más romántico es, seguro.

    PD: El R-101 lo construyeron los británicos. Y los británicos construyeron también el Titanic.

    Hum.

    Responder a Mazarbul
  • Wii
    30/11/2007 | 11:34

    Enorme par de articulos q256.

    Es curiosa la capacidad que tenemos los seres humanos para acabar destruyendo proyectos interesantes por la ambición.

    Esperemos que el Airbus no se convierta en el nuevo Hindenburg o en el nuevo Titanic.

    Enhorabuena por los dos post.

    Responder a Wii
  • TioMac
    30/11/2007 | 13:55

    Esa parte del Hindenburg me ha recordado cuando de una forma un tanto subrealista se cuenta como presencia el accidente el protagonista del Criptonomicon: El código Enigma.

    Responder a TioMac
  • Desde Bolivia
    30/11/2007 | 14:43

    Excelentes articulos, parecen informes para la universidad xD

    Sobre las desgracias lo único que podría acotar es:

    «Vaya qué humanidad» xD

    Responder a Desde Bolivia
  • aik
    1/12/2007 | 1:27

    son articulos realmente fascinantes, tecnicos, documentados….parecen sacados de la revista MUY INTERESANTE o de National…

    Me han gustado un montón. Me apetecería poder planear surcar el cielo como cuando planificamos irnos de crucero…con rutas, actividades a bordo, discoteca, bufet… sería un pasote!

    besos

    aik

    Responder a aik
  • K3M#
    1/12/2007 | 3:53

    Que gran articulo! no solo por lo bien documentado que esta sino porque, ¿a quien no le gustaria viajar en uno de esos enormes y lujoso transportes? es que dan ganas de ver pasar las nubes mientras descansas a miles de metros sobre la tierra. 😀

    Es lo mas cerca de «volar» que sea ha hecho, silencioso y placentero, nada mejor que eso.

    Responder a K3M#
  • Flapy in Japan
    5/12/2007 | 9:55

    No se porque (ejem) pero a mí, en seguida me ha venido la imagen de la aventura gráfica de Lucas «Indiana Jones y La Ultima Cruzada»!! 😉

    Responder a Flapy in Japan
  • CHuYz
    6/12/2007 | 7:06

    Disculpen el doble post pero encontré un artículo interesante

    http://www.edsombra.com/sotano/index.asp?rev=35&sec=6&pag=0

    Su velocidad máxima es de aproximadamente 140 km/h

    Saludos

    Responder a CHuYz
  • camilo
    2/07/2008 | 6:19

    me parece que los errores del pasado quedan atras,adelante la tecnologia.
    realmente el ser humano tiene una capacidad ingeniosa sorprendente, no pude creer lo que leia seria una inovaccion fascinante a quien no le encantaria ver desde el cielo la tierra, los paisajes de europa, asia, america …..en fin

    Dios ha creado para soñar

    Responder a camilo
  • EFRAÍN REYES SÁNCHEZ
    26/05/2009 | 17:51

    El tema de los dirigibles me parece sumamente interesante; ojalá pudieran ser empleados nuevamente para el transporte de pasajeros, con las medidas de seguridad actuales, ya que su confort sobrepasaba en mucho al de los aviones actuales.

    Responder a EFRAÍN REYES SÁNCHEZ
  • Momos
    5/09/2009 | 15:33

    Llámenlo como quieran, pero resulta que hace poco (no recuerdo qué año), en el mismo aeródromo de Lakehurst en Nueva Jersey, hubo recientemente otro accidente de dirigible. Estaban probando un nuevo tipo impulsado por cuatro helicópteros modificados, sujetos entre sí por una estructura metálica, que a su vez estaba conectada al dirigible propiamente dicho. El hecho es que en el vuelo de prueba la estructura cedió, los helicópteros se soltaron y cayeron a tierra (pues se les había quitado los rotores de cola). Al parecer murió uno de los pilotos. Trágica coincidencia.

    Responder a Momos
  • TheTioPol
    28/11/2010 | 12:42

    Como curiosidad/correccion, en Wikipedia dicen que el Hindenburg en concreto, tenia una sala de fumadores, debido a la alta experiencia de los ingenieros alemanes trabajando con hidrogeno en dirigibles y a su seguridad en cuanto a su aislamiento en el dicho dirigible.

    Responder a TheTioPol

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