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Hablaré claro. Si no os gustaron «Planet Terror» y «Death Proof», es poco probable que os interese esta película. No os equivoquéis, siempre os quedará el aliciente de ver a tías despampanantes con ropa ajustada en escenas de acción disparatada y al reparto de «Hércules» y «Xena» haciendo el ganso; pero como homenaje o retorno al cine exploitation de los 60 y 70, los títulos de Tarantino y Robert Rodriguez le llevan mucha ventaja.

Y puestos a ver cine de este tipo, ¿por qué no ir directamente a la fuente? «Faster, Pussycat! Kill! Kill!», de Russ Meyer, sería un buen comienzo, dados los evidentes paralelismos entre ambas películas.

Por otro lado, no tiene pinta de que el DVD de «Bitch Slap» vaya a distribuirse en español a corto plazo, y aunque podéis hacer como yo y comprarlo en Amazon, hay que tener un nivel de inglés acojonante para entender el argot callejero del guión.

Todo lo anterior nos conduce a la siguiente conclusión: el 99,99% de los hispanohablantes que vean esta película lo harán por los escotes pronunciados. Margen de error: 0,01%.

Aunque sea una comparación estúpida (tan estúpida que la hacen en la propia página oficial), «Bitch Slap» tiene algo en común con «Memento»: ambas están sobresaturadas de flashbacks. En la peli de Nolan se utilizan como truco narrativo porque de lo contrario el guión sería tan interesante como una regadera, y en «Bitch Slap», porque rodar con pantalla verde sale más barato y a los flashbacks les da un toque así como artístico. «Así como» es la expresión clave.

De hecho, la única localización real del filme es el desierto… que precisamente es donde comienza nuestra historia, con Trixie, una de nuestras tres despampanantes protagonistas, malherida y rodeada de humo y llamas, preguntándose cómo han llegado a esto.

Sí, ¿cómo?

Tras disfrutar de unos créditos montados con escenas de varias exploitation films, cortamos al primer flashback. Personalmente opino que este flashback no cuenta como tal porque se trata del hilo conductor de la historia, lo que convertiría la escena anterior en un flashforward. Y lo digo a sabiendas de que esas memeces os importan tanto como el hecho de que escriba mis artículos disfrazado de mapache.

En todo caso, así es como nos enteramos de que Trixie no llegó sola al desierto, sino acompañada de otras dos mozas, a cada cual más exuberante: Hel y Camero.

¿Qué? Es lo que la cámara enfoca todo el tiempo.

Trixie (Julia Voth) es la stripper atolondrada e inocente; Hel (Erin Cummings), la ejecutiva agresiva, inalterable y dominante; y Camero (America Olivo), la chica dura psicótica.

La película las introduce a cámara lenta a medida que salen de un coche en el que han llegado, empezando por las piernas, tomándose su tiempo en el busto, y llegando hasta la cabeza, con la melena de las chicas ondeando al viento como si fuera un anuncio de champú. Feeling hot, hot, hot!.

Las mujeres sacan a un malhablado Michael Hurst del maletero, y Camero lo sacude un poco, para que no se revuelva. Hurst interpreta a Gage, un mafioso sádico y retorcido que suelta más tacos que un camionero bregando con un estibador.

Aunque Lefou diga que es peligroso, lo he estado pensando y, posiblemente, Hurst sea el único actor del mundo al que se me haría raro ver con camisa. En «Hércules» llevaba un horrible chaleco morado y aquí, una bata. Y debajo de la bata, solo un speedo negro con un tigre bordado nos separa de sus innombrables. El Tipo de la Brocha desaprueba su sentido de la moda.

Las chicas quieren que Gage les diga dónde ha escondido cierta mercancía, porque la película necesita alguna clase de argumento para no convertirse en la porno más decepcionante de la historia.

Gage no dice ni pío y finge un ataque cardíaco para tomar a Trixie de rehén, amenazando con romperle el cuello, igualico que mi abuela con los conejos. Camero reacciona reventándole las pelotas de un tiro y amenazándole con un viaje a Villa Anal si no desembucha.

Por puro interés científico, he hecho una búsqueda en Google y no existe ninguna Villa Anal. Ah, y una fisura anal no es un accidente geológico. Corred a decírselo al profe de ciencias naturales.

Gage les advierte que un tal Pinky las matará a todas cuando se entere de lo que están haciendo, y la sola mención de ese nombre las pone en alerta.

Evidentemente, no se refiere al componente cerebral del dúo de roedores más famoso de la Warner. El Pinky de la película es el mismo demonio encarnado, un traficante de drogas y armas, y un asesino consumado. Nadie sabe qué aspecto tiene, y en la breve escena en la que aparece, solo vemos su silueta rebanando a un montón de gente a golpe de katana. Una katana como la que lleva Trixie en los carteles del filme. Pura coincidencia, supongo.

Camero tortura a Gage hasta que éste revela dónde está enterrado lo que buscan. Y no es que haya muchos puntos de referencia en este rincón del desierto: una camioneta, una roulotte, algunos cubos y bidones, el coche en el que han llegado las chicas… No hace falta ser un lince para ver que esta es una de esas películas realizadas con un presupuesto de 20 dólares, un pack de seis cervezas y siete sobres de mayonesa.

Lo positivo es que detrás de este tipo de producciones suele haber varios amigos con muchas ganas de hacer una película, como ocurrió con «Posesión infernal». Otras veces… Prrrt.

Gage advierte a Hel y Dixie que no se fíen de Camero y empieza a sacar trapos sucios de la chica. Camero, estoica como ella sola, le vuela la tapa de los sesos.

Mucha gente se queja de que esta película promete mucho sexo y violencia y que luego ni chicha ni limoná. Sin embargo, no estoy de acuerdo. Es cierto que ninguna de las protagonistas enseña más de lo que veríais en la tele durante el horario infantil, pero el que diga que la cinta no es violenta, debería hacérselo mirar. La televisión nos está insensibilizando.

¡Ja, ja, ja, ja! ¡BANG! ¡Lluvia de albóndigas!

Ejem.

Las zagalas discuten un poco y luego comienzan a cavar. A cavar y sudar. Sudar y cavar. ¿Es cosa mía o hace más calor? El termómetro ahí fuera marca 5º C, pero en mis pantalones ya estamos en agosto.

Aún siguen cavando y sudando cuando llega el ayudante del sheriff, encarnado por Ron Melendez, un Brad Pitt descafeinado. El ayudante les dice a las chicas que no deberían estar aquí. Al parecer, el terreno se utilizó para realizar ensayos nucleares y «si se quedan demasiado tiempo, les crecerá un tercer ojo». ¡O quizá les aumente el pecho! A veces hay que correr riesgos, amigo.

Hel flirtea descaradamente con el agente y se inventa un cuento chino para que se marche. Pero volverá. Solo necesita una excusa. Como yo cada vez que visito a mi vecina. Lo malo es que después de haberle pedido todos los tipos de especia conocidos, empiezan a faltarme ideas. Además, ¿a qué demonios le echo yo coriandro? ¡Si no sé ni hacerme un sándwich!

Por supuesto, todo esto que he venido contando se entremezcla con sucesivos flashbacks que relatan cómo las chavalas localizaron y secuestraron a Gage. La versión resumida es que utilizaron a Trixie como señuelo, y la versión larga incluye disfraces eróticos, masturbación de estatuas africanas y perros con dos rabos. Los otros rabos.

En uno de los flashbacks, Zoe Bell, reputada especialista, sale medio segundo peleando con una japonesa que utiliza un yoyó como arma.

Lo menciono porque Zoe Bell coordinó las escenas de riesgo de la película e hizo de doble de las protagonistas. Aunque no empecé a ponerle cara a Zoe hasta su debut en «Death Proof», he seguido su trayectoria desde que trabajó como doble de Xena, y ahora mismo creo que puedo afirmar que soy el fan número uno de Zoe en España. Sí, el number one. Dudo seriamente que tenga competencia y, además, me he diseñado un carné de Presidente del Club de Fans de Zoe Bell en España. Con Paint.

En el desierto hace calor, así que nuestras chicas se empapan las unas a las otras a cámara súper lenta con cubos de agua qué sabe Dios dónde han llenado. ¡Ni nos importa!

Y si me lo permitís, antes de continuar, me gustaría estudiar al detalle las influencias temático-estilísticas de esta escena coral. Creo que lo haré en el baño y con los pantalones bajados. Así pienso mejor.

El KFC’s Triple Crunch Zinger Sandwhich da con algo sólido bajo la arena, pero resulta que solo es el cadáver de Kevin Sorbo, que, a juzgar por su aspecto, lleva menos tiempo muerto que su carrera. ¿Acaso alguien sabe qué ha hecho este hombre después de «Andrómeda»?

Sorbo interpreta a Mr. Phoenix, un agente secreto de esos que visten trajes caros y que no se quitarían las gafas de sol ni conduciendo de noche. Hel se reúne con él junto a la Catedral de San Basilio en uno de los numerosos flashbacks para hojear un libro y hablar de un nano-qué-sé-yo.

A modo de curiosidad, y tras repetidos visionados (no creáis que estas cosas se escriben solas), he reparado en que Xena aparece en una de las ilustraciones del libro. El director y coguionista de la película, Rick Jacobson, dirigió doce episodios de «Xena», y Eric Gruendemann, el otro guionista, produjo también varios episodios de la popular serie de los noventa, así que todo queda en familia.

Trixie, muy afectada por aquello de haber encontrado un cadáver, se mete en la roulotte. Hel decide entrar a consolarla, y acaban montándoselo como zarigüeyas. Zarigüeyas lesbianas. Es el curso natural de las cosas.

Acerca de esta escena, Erin Cummings dijo que rodarla no le supuso ningún problema, porque Julia Voth «no tiene bigote, es blandita y huele bien».

Sí, supongo que eso ayuda. No sería lo mismo con el gato rasposo que hurga en mi cubo de basura. Te quiero, don Desperdicios.

Camero descubre a sus compañeras en pleno frenesí lésbico y se mosquea hasta el punto de encañonarlas con la pistola. Hel consigue apaciguarla, pero Camero abandona la roulotte mostrando signos evidentes de paranoia.

La razón de su cabreo, como se nos mostrará en otro flashback, es que Camero estaba enamorada de Hel. Ambas coincidieron en prisión y… bueno, ya sabéis lo que pasa en las cárceles de mujeres. A veces, hay hombres-lobo, y otras, mujeres lobas.

Cuando Hel y Trixie salen de la roulotte, se encuentran con dos viejos conocidos de Camero: Hot Wire y Kinki.

Kinki (Minae Noji) es la japonesa pirada con el yoyó asesino que mencioné antes. Ahora, para delicia de los otakus, va vestida de colegiala. O, más bien, desvestida. Lleva lo justo para mantenerse en la categoría R de la MPAA.

El punky post apocalíptico es Hot Wire. Sufre el síndrome de Tourette y está loco de atar. Y aunque cueste creerlo, detrás de todo ese maquillaje se encuentra William Gregory Lee, que interpretó a Virgilio en las últimas temporadas de «Xena». ¿Empezáis a notar una pauta?

Hot Wire y Kinki tienen la sartén por el mango y obligan a Hel y a Camero a seguir cavando, mientras la nipona se divierte utilizando a Trixie como caballito. Ah, sí, y antes de nada, Kinki cachea a las chicas (*O*) y encuentra una daga escondida entre los pechos de Hel. ¡Igual que Xena! O como aquella chica de YouTube que guardaba ahí su llavero, su cámara de fotos y yo qué sé qué más.

Las chicas encuentran una escotilla y Hel introduce un código numérico que vio en el libro de Mr. Phoenix para abrirla. Este código debería deletrear PINKY, pero alguien la cagó, porque 75650 no deletrea una maldita mierda. Y perdonad el lenguaje. Es que a uno se le pega.

El ayudante del sheriff se presenta por sorpresa a tiempo de salvar el día; sin embargo, no se le da demasiado bien lidiar con asesinos chalados, y Kinki lo somete con su yoyó. Este tipo es una vergüenza para los sheriffs de pueblo del mundo. No me lo imagino enfrentándose a polis corruptos ni a muertos vivientes.

Al final, es Hel quien resuelve la situación con un cañón de riel K-14, y Camero remata el trabajo rompiéndole el cuello a Hot Wire y metiéndole a Kinki una bala entre ceja y ceja. Esta mujer garantiza los resultados.

Mientras Trixie atiende al malherido agente en la roulotte, Hel encadena a la descontrolada Camero como a una perra para que no haga más de las suyas. Casualmente, yo una vez tuve a una ninfómana encadenada a un radiador durante semanas para sacarle el diablo del cuerpo. Ay, cuánto echo de menos bañarla y sacarla a pasear por el campo…

Con en el siguiente flashback llega mi cameo favorito: Lucy Lawless y Renée O’Connor haciendo de monjas. Y Renée tiene una de las mejores líneas de la película:

Tiene que ayudarme, Madre Superiora. Mis pensamientos impuros han ido más allá de objetos inanimados y degenerado en un apetito por fornidas gimnastas letonas.

Es estupendo poder ver a estas dos actrices juntas de nuevo, aunque sea en un papel que no dura ni dos minutos.

Hel y Trixie descienden por la escotilla y encuentran todo el material que Gage le había ido mangando a Pinky a lo largo de los años. Hel recoge unos diamantes y el famoso Nanoenjambre, un arma que podría aniquilar a todo un continente o conseguir que uno de mis artículos tenga menos de dos mil palabras, lo que os parezca más sencillo.

Trixie, por su parte, prefiere quedarse con una katana, que contempla medio en trance durante unos segundos. ¿Será ella Pinky?… Nah.

Cuando Hel y Trixie regresan, Camero ha conseguido liberarse de la cadena y se parte la cara con Hel. A la mayoría la pelea os parecerá eterna a pesar de durar solo tres minutos. A mí no. Me encanta el cine de artes marciales y me fascinan los pechos grandes. Este combate es un 2×1.

Camero tumba a Hel, recoge los diamantes, le prende fuego al lugar y, por último, coge el coche para largarse. Sin embargo, antes de que desaparezca de la vista, Hel recupera el K-14 y dispara contra el vehículo. ¡BOOM! El fuego alcanza la roulotte donde estaba el ayudante del sheriff y también explota. ¡KABOOM!

Michael Hurst describió esta película como «Ciudadano Kane» con tetas, pero no recuerdo haber visto explosiones en la cinta de Welles.

Hel le confiesa a Trixie que en realidad es una agente secreta a las órdenes de Mr. Phoenix y que su misión era recuperar el Nanoenjambre. Con lo que no contaba era con enamorarse de Trixie, y ahora quiere abandonar su vida de espía para estar con ella. Es un momento tan romántico que no sabéis cuanto me alegro de llevar pantalones de deporte en lugar de vaqueros.

¡Pero Camero sigue viva! ¡Y ha vuelto con menos ropa que antes! ¡Para vengarse! Camero dispara a Trixie y luego se bate a puñetazo limpio con Hel. De alguna manera, esta segunda pelea es incluso mejor que la anterior, y no solo porque hay más piel al descubierto, sino… Vale, principalmente por eso.

Camero machaca a Hel y, dándola por muerta, arremete contra Trixie; pero como ésta no quiere pelear, decide… eeh… violarla. Bien, ya se me ocurrirá algún comentario chistoso que hacer al respecto.

En un nuevo giro de los acontecimientos, y flashback mediante, Camero se da cuenta de que Trixie fue el mejor polvo de su vida. Esto termina de sacar a Camero de sus casillas, que se prepara para matar a su ex amante.

Pero el ayudante del sheriff, que también sigue vivo, interviene y cose a Camero a balazos. Si Camero sale de esta, yo me hago bailaor de flamenco.

Así llegamos al principio de la peli y al penúltimo flashback de todos, que nos conduce hasta Las Vegas para mostrarnos la escena más ridícula y extrema que he visto en mucho tiempo, con luces, explosiones, disfraces de Elvis y una enana con ametralladora correteando de un lado para otro de la pantalla.

Esto debe de ser lo que llaman el punto de no retorno.

De vuelta al presente y en el último recontragiro de la película, Trixie se saca una estrella ninja de la vagina (comodísimo, según me han comentado), y mata al ayudante del sheriff. Hel, que aún está viva, suma dos y dos y deduce que Trixie es Pinky. Sorpresa. No, esperad, no lo es.

¿Y por qué ha hecho Pinky todo esto? Para recuperar su katana y porque, como decía Cindy Lauper, girls just wanna have fun.

Fin.

En resumen, si os van las nenas pechugonas y los sanguinariamientos (¿a quién no?), dadle una oportunidad a esta película. El entretenimiento está garantizado

Os dejo con una anécdota del rodaje:

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